Antes…

Antes,

nunca hubo el silencio necesario entre abrazo y abrazo

para advertir el parpadeo de esta guillotina

que hoy,

al rozar por sorpresa mi nuca con sus manos de lejía

me ha puesto los ojos amargos.

Yo misma no me oigo cuando grito.

Querría huir. Pero ya es tarde:

las sábanas se han convertido en agua cenagosa mezclada

con pegamento.

Y dentro de poco,

como esa cosa horrible siga detrás de mí

y usted continúe dormido,

me moriré de risa ante el retrato de Leonardo que tengo

enfrente de mi cadáver.

Almudena Guzmán

en A media voz


 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir