15 de agosto de 1888

Ahora he guardado el gran retrato del cartero, y su cabeza, que te adjunto, es una sola

sesión. Y bien, éste es mi fuerte: hacer un buen hombre toscamente en una sesión. Si fuera capaz,

mi querido hermano, lo haría, siempre así, bebería con el primero que llegara y lo pintaría; pero no

a la acuarela, sino al óleo, durante una sesión, como Daumier.

Si hiciera cien como éstos, en conjunto saldrían algunos buenos. Y yo sería más francés y más

yo, y más bebedor. Esto me tienta mucho; no la bebida, sino la pintura de pillos. ¿O es que obrando

así, lo que ganara como artista lo perdería como hombre? Si yo tuviera la seguridad de esto, sería

un trastornado famoso; pero de momento no soy nada famoso; pero, ya lo ves, no tengo la suficiente

ambición de esta gloria como para prender fuego a la pólvora.

Prefiero esperar la generación que ha de venir, la que hará en el retrato lo que Claude Monet

hace en el paisaje, el paisaje rico y atrevido a lo Guy de Maupassant. Entonces yo sé que no soy

de esa gente, pero, ¿los Flaubert y los Balzac no han hecho a los Zóla y a los Maupassant?

Viva pues, no nosotros, sino la generación venidera. Tú eres bastante juez en pintura para

ver y apreciar lo que yo puedo tener de originalidad, y lo eres igualmente bastante para ver la inutilidad

de presentar lo que hago al público de ahora, porque los otros me superan en la pincelada más neta.

Esto concierne más al viento y a las circunstancias que a lo que yo podría sin el mistral y sin estas

circunstancias fatales de juventud evaporada, de pobreza relativa.

Estoy en vena de pintar, con el ardor de un marsellés comiendo la sopa de pescado, lo que

te asombrará, porque se trata de pintar los grandes girasoles. Tengo tres telas en preparación:

1.°) 3 grandes flores en un jarro verde, fondo claro, tela de 16;

2°) 3 flores, una flor en simiente y deshojada, y un botón sobre fondo azul real, tela de 25;

3.°) doce flores y botones en un vaso amarillo (tela de 30).

El último es pues claro sobre claro, y será el mejor, así lo espero, o me detendré allí, probablemente.

En la esperanza de vivir en un taller nuestro con G. quisiera hacer una decoración para el taller.

Nada más que grandes girasoles. Al lado de tu negocio, en el restorán, sabes bien que hay una

decoración muy bella de flores; me acuerdo siempre del gran girasol en la vidriera.

En fin, si ejecuto este plan, alcanzaré una docena dé cuadros. El conjunto será una sinfonía en

azul y amarillo, pues. Trabajo todas estas mañanas, desde que se levanta el sol, porque las flores

se marchitan en seguida y se trata de hace el conjunto de un trazo…

El Sur empieza a gustarme cada vez más. Tengo en preparación, además, un estudio de

cardos polvorientos con un innumerable enjambre de mariposas blancas y amarillas.

Todavía carezco de modelos, que esperaba tener en estos días. Tengo un montón de ideas para

nuevas telas. He vuelto a ver hoy esa misma barca carbonera con los obreros que la descargan, de la

cual ya te he hablado, en el mismo lugar de las barcas areneras de las cuales te he enviado un dibujo.

Sería un motivo notable. Solamente que yo comienzo a buscar, cada vez más, una técnica simple, que

tal vez no sea impresionista. Quisiera pintar de manera que, en rigor, todo el que tuviera ojos, pudiera

ver claro.

Vincent Van Gogh

Cartas a Théo

Traductor: Francisco de Oraa

Introducción: Fayad Jamis

Segunda edición en la colección

Idea Universitaria. 1998

Edición para la lengua española

Idea Books, S.A.

Barcelona


 

 

 

 

 

 

 

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