un hombre está mirando a una mujer

Un hombre está mirando a una mujer,

está mirándola inmediatamente,

con su mal de tierra suntuosa

y la mira a dos manos

y la tumba a dos pechos

y la mueve a dos hombres.

Pregúntome entonces, oprimiéndome

la enorme, blanca, acérrima costilla:

Y este hombre

¿no tuvo a un niño por creciente padre?

¿Y esta mujer, a un niño

por constructor de su evidente sexo?

Puesto que un niño veo ahora,

niño ciempiés, apasionado, enérgico;

veo que no le ven

sonarse entre los dos, colear, vestirse;

puesto que los acepto,

a ella en condición aumentativa,

a él en la flexión del heno rubio.

Y exclamo entonces, sin cesar ni uno

de vivir, sin volver ni uno

a temblar en la justa que venero:

¡Felicidad seguida

tardíamente del Padre,

del Hijo y de la Madre!

¡Instante redondo,

familiar, que ya nadie siente ni ama!

¡De qué deslumbramiento áfono, tinto,

se ejecuta el cantar de los cantares!

¡De qué tronco, el florido carpintero!

¡De qué perfecta axila, el frágil remo!

¡De qué casco, ambos cascos delanteros!

César Vallejo

de Poemas en prosa

Obra poética completa preparada por Georgette

de Vallejo

Lima, Francisco Moncloa Editores, 1968

Lima, 2009


 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir