la culta latiniparla

 

catecisma de vocablos para instruir

a las mujeres cultas y hembrilatinas 

 

 

 

 

 

Lleva un disparatario (como vocabulario) para interpretar y traducir, las damas, jerigonzas que parlan el Alcorán macarrónico,

con el laberinto de las ocho palabras.

Compuesto por Aldrobando Anathema Cantacuzano, graduado en tinieblas, docto a escuras, natural de Las Soledades de Abajo.

Dirigido a doña Escolástica Polyanthea de Calepino, señora de Trilingüe y Babilonia.

 

 

 

 

Con que en muy poco tiempo, sin maestro, por sí sola, cualquier mujer se puede espiritar

de lenguaje y hacerse enfadosa, como si toda su vida lo hubiera sido, que los propios diablos

no la puedan sufrir; y es probado.

 

 

CULTIGRACIA

 

 

 

 

A su marido, por el hastío que causa el tal nombre, le llamará «mi quotidie», mi siempre;

y a él se le deja su «sempiterna» a salvo para cuando nombre a su mujer.

 

Si hubiere de mandar que la compren un capón, o que se le asen, o que se le envíen

(que es lo más posible), no le nombre; llámele «desgallo» o «tiple de pluma».

 

Para decir caldo sustancial, dirá «licor quiditativo». 

 

A las rebanadas de pan llamará «planicies».

 

Al queso «cecina de leche».

 

Para no decir: «Estoy con el mes» o «con la regla», se acordará de que las fiestas de

guardar se escriben con letra colorada, y dirá: «Estoy de guardar»; y si el interlocutor

es graduado, dirá: «Tengo calendas purpúreas».

 

Cuando la preguntaren: «¿Cómo va vuesa merced?», por no responder «Al servicio de

vuesa merced», dirá: «Estoy a vuestra merced oficiosa y afecta». Y si se quisiere

encarnar más en el latín, diga «adiecta».

 

A la riña llamará «palestra»; al espanto, «estupor»; «supinidades», a las ignorancias;

«estoy dubia» dirá, no «estoy dudosa».

 

Al arrope llamará «crepúsculo de dulce» o «abrigue sabroso», que «arrope» y «abrigue»

todo es uno, y dígalo en invierno.

 

«Dame vino» no lo dirá; sino, cultivando la embriaguez, dirá: «Dame llegó», que «llegó»

y «vino» todo es uno y no se disfama el gaznate.

 

Para decir «No como olla», dirá: «Estoy desollada» y podrá acertar con dos verdades. 

 

Al ruido llamará «estrépito»; a la hoguera «pira».

 

Para decir «Yo gusto de beber con nieve», dirá: «Bebo con armiño del frío», «con requesones

de agua», «con vidrieras de diciembre», «con algodón llovido», «con pechugas de nubes»,

que poder remudar frases es limpieza.

 

Ninguna culterana ha de llamar al coche «coche», porque no la respondan los regüeldos o los

cochinos. Debe decir: «Auriga, pon el pasacalles».

 

Si la culta fuere vieja, como suele suceder, para no decir a la criada que la afeita: «Macízame

de pegotes de solimán estas quijadas y los carcabuezos de las arrugas», dirá: «Jordáname estas

navidades cóncavas». Y si hubiere de mandarla que la tiña la greña de canas, la dirá: «Peléame

esos siglos cándidos, escuréceme esas albas».

 

Si llegare a mandar que por falta de dientes la llenen la boca de chitas forasteras, dirá: «Fulana,

empiédrame la habla, que tengo la voz sin huesos».

 

Si fuere moza, aunque tenga una cara bruja que de puro untada vuele por las chimeneas, no ha

de decir que se afeita; dirá: «Vengo bien mentirosa de facciones».

 

A los chapines llamará «posteridades de corcho», «adiciones de alcornoque»,

«tara de la persona», «ceros de la estatura».

 

El burlar llame «frustrar».

 

A las dueñas llame «funestas», y si al epíteto pusieren pleito los cipreses, en tanto que lo juzgan las

lentejas, llamaralas «deshombradas».

 

No dirá, aunque la asierren: «Estoy preñada en tres o cuatro meses»; pero dirá: «Dos en tres, dos en

cinco, dos en nueve», y al cabo añadirá: «Yo me entiendo», que para eso se hizo el chiste.

 

En las visitas no dirá: «Arrastra esa silla», que es ajusticiarla: dirá: «Aproxima requiem», sin temor

de los responsos.

 

«Ingredientes» llamará a los entrantes, aunque lo gruñan los boticarios y alquimistas.

 

No dirá «zapatilla de pocos puntos», ni «Calzo o tengo pie pequeño»; dirá: «Tengo pie lacónico»

o «calzo vizcaíno».

 

Si se ofreciere pedir «Quisiera aloja y barquillos», antes la buena cultosa reviente de sed que diga

«barquillos» y «aloja»; dirá: «Traigan vive y rumores de oblea».

 

Es hombre «onusto» dirá, por no decir pesado.

 

Al pastel llamará «pícaro de masa».

 

«Está inmediata» para decir «está cerca».

 

Por no decir «Estoy al cabo», dirá: «Ya agonizo», y Dios la oiga.

 

A las medias llamará «no enteras».

 

«Circundada» dirá, no «cercada».

 

Al veinticuatro de Sevilla o de otra parte, «el señor dos docenas», y es cuenta cabal.

 

Por no decir «Me acaba», dirá: «Vuesa merced me estrangula», y es cosa muy lucida.

 

Por no decir «Tengo ventosidades», dirá: «Tengo eolos o céfiros infectos».

 

No se ha de decir: «Tome vuesa merced», esta maldita voz no se oiga en boca de hembra;

«tome» digan ellos, y la cultísima dirá: «aprehenda» o «accipia».

 

Para decir «Tráeme dos huevos, quita las claras y tráeme las yemas», dirá: «Tráeme dos

globos de la mujer del gallo, quita las no cultas y adereza el remanente pajizo».

 

Huevos frescos son «globos instantáneos».

 

Encomiéndasele mucho, aunque no venga a propósito, estas palabras: «lenta», «intestina»,

«palumbe», y sobre todo «patíbulo» y «truculento».

 

Si hablare de predicadores, llámelos «metódicos», «provectos», «eruditos», «facundos»,

«invectivos» y «hiperbólicos».

 

Y porque si dura la visita o conversación algunas cultas se quedan como a buenas noches,

se ha de valer del laberinto de las ocho palabras que nunca se acaban. Las ocho

palabras son estas:

Si bien, ansí, de buen aire, descrédito, desaseada, cede, aplaudir, anhelar.

Por aforro y compañía las siguientes:

Galante, fino, sazón, emular, lo cierto es, esfuerzos, ejemplos, aunque.

 

Sin salir de las ocho palabras en todas materias, cuando la doña Tal Latiniparla suelta la

tarabilla y dice así:

 

Aunque ceda el descrédito, es galante la fineza si aplaudida anhela; si bien emular es

desaseo de poca sazón así, mas no deja de ser galante por fino; y lo cierto es así, que

no se está de buen aire en el descrédito; así por aplausos de la emulación, así cedida a

los esfuerzos desacreditados en lo galante de mejor aire, si bien desacreditan esforzados

así.

 

Y con volver a «lo cierto es», que es coyuntura de todos los desatinos, y sembrar la plática

de «ansí es», irá la buena culterana salpicando de necedades por dondequiera que hablare.

 

Si así lo hiciere, el latín la ayude; y si no, el romance la lleve. Amén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

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