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juan carlos mestre

 

la bicicleta del panadero

Calambur, 2012

476 pp

 

 

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el hijo del panadero

 

 

 

Allá va, como si la razón no tuviera frenos

Una de 2, o aristóteles le hizo la zancadilla

o santo tomás lo empujó por la cuesta

Es el hijo del panadero, en bicicleta

por los túneles de plomo donde nieva

al pasar el tráiler cargado de gallinas

Ha transcurrido el tiempo de los espléndidos

acontecimientos, ese tipo de irrepetibles

sucesos que se quedan en nada

Pocos confían ya en las multiplicaciones bíblicas

Nadie encuentra en el río pepitas de oro

Ningún periódico trae un ruiseñor en la primera página

Entre paisajes históricos y máximas expectativas

para la doctrina de los escolásticos

todo lo definitivo queda definitivamente sin resolverse

No hay vuelta atrás, ha tirado en dirección contraria

y ninguna calle lo conducirá a la entrada

de por así decirlo las grandes panaceas del mundo

Deja pan en las bolsas de tela colgadas de los pomos

Gira el torno en la residencia de los desorientados

Y lo inadvertido regresa con el aroma de los encantamientos

que dan sentido al día insensato y al aún más bello día infinito

El brezo chisporrotea en el horno

Los predecesores huyen del aburrimiento de las amonestaciones sagradas

y van por allí al calor acaso de la felicidad

No tienen otro plan las nieblas invernales

cuando los vagabundos se suben la capucha

y los cazadores persiguen en sueños el rastro de los corzos

La noche ha terminado, el nuevo sol del día

se asoma tras los colmenares para echar una mano

no se sabe si al agua, no se sabe si al fuego

Viene el viento, vienen las chovas parecidas al grajo

Vienen los grajos parecidos a la corneja y el cuervo

Viene lo violáceo y lo negro azulado

Y lo dicho vuela y lo no dicho, dicho queda

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

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