ruina

A Regino Sainz de la Maza

 

Sin encontrarse,

Viajero por su propio torso blanco.

¡así iba el aire!

Pronto se vio que la luna

era una calavera de caballo

y el aire una manzana oscura.

Detrás de la ventana,

con látigos y luces, se sentía

la lucha de la arena con el agua.

Yo vi llegar las hierbas

y les eché un cordero que balaba

bajo sus dientecillos y lancetas.

Volaba dentro de una gota

la cáscara de pluma y celuloide

de la primer paloma.

Las nubes en manada

se quedaron dormidas contemplando

el duelo de las rocas con el alba.

Vienen las hierbas, hijo;

Ya suenan sus espadas de saliva

por el cielo vacío.

Mi mano, amor. ¡Las hierbas!

Por los cristales rotos de la casa

la sangre desató sus cabelleras.

Tú solo y yo quedamos;

prepara tu esqueleto para el aire.

Yo solo y tú quedamos.

Prepara tu esqueleto;

hay que buscar de prisa, amor, de prisa,

nuestro perfil sin sueño.

 

 

 

 

 

 

 

 

Federico García Lorca

De: “Poeta en Nueva York”

Recogido en: “Federico García Lorca – Poesía completa”

Ed. Galaxia Gutenberg – 2011


 

 

 

 

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