mariano peyrou

temperatura voz

1ª parte

12 poemas

 

 

 

 

 

Ildefonso Rodríguez

en una entrada reciente, nos presentó Temperatura voz, un difícil () libro de Mariano Peyrou.

Hoy procedemos a colgar la primera de las 3 partes en que se divide, que consta de 12 [poemas]

o partes de poema con tendencia a la unidad o a compartir una búsqueda. 

La primera parte es, al parecer, la más árida, la menos agradecida de las tres. 

 

Peyrou decía: 

“Esta es una poética circunstancial. La rapidez, en cualquier caso, es relativa: volviendo a hablar de música,

opino que lleva más tiempo la formación de un improvisador que la de un intérprete. Eso es lo que hay antes,

un entrenamiento riguroso para poder ser espontáneo, para poder discriminar en tiempo real lo que sirve

de lo que no.»

Treinta y siete textos escritos a lo largo de nueve años, con innumerables correcciones, lo más lento que he hecho en la vida.

Lo contrario de la improvisación. A lo mejor es porque ahí la unidad es la palabra, y en Estudio de lo visible es la frase.

[Una “presencia pieria”, que aparece en uno de los poemas, es el modo pudoroso de referirse a las musas o a la mera inspiración.]

 

37 piezas o poemas sin título, numeradas y distribuidas en tres secciones casi perfectamente simétricas: 12, 13 y 12 (y, entonces, podríamos leer cada sección como si se tratase de un poema único). Todas las piezas, excepto dos, son permutaciones, inversiones, retrogradaciones (vuelta metafórica al dodecafonismo) versales y estróficas de una serie fundamental, la más cerrada y fértil de la poesía clásica: el soneto, aquí implosionado hacia un espacio exterior.

En la parte o movimiento medio, titulado No tengo, aparece un poema con 7 versos, la mitad de 14, que se sitúa en el centro mismo, numeral del libro: es su axis, su espinazo (también por lo que nombra: “vienen los nombres”).

El otro poema anómalo tiene un dibujo por completo distinto al resto, ofrece una simetría muy marcada de 6 más 6 versos y viene a ser como una pausa formal, un respiro, antes de acometer los últimos 7 poemas del libro.

La primera sección del libro le da el título y abre “el cauce de lo estático”, un cauce, añado, desecado y enumerativo, “mineral sin verbos al alcance”, donde movimientos de “flujo”, “itinerario”, “retorno” se apoyan en la errancia de los gerundios o se interrumpen al borde del vacío y de las oposiciones: “on/off”, “frío/calor”. Es un viaje iniciático (“caravana adentro”), una vía, un surco (el surco, la hendidura terrenal y germinativa de la diosa Sita, el cauce las vidas y las muertes); pero “el ojo corta toda disuasión”, aunque se disponga de un “tacto cultual”. Con el poder, uno a uno, del “leve salmo corpóreo”, el espacio poético se va poblando de cosas y seres, no hay una economía estricta, la acedía no resta, proliferan los sentidos, como se multiplicaba aquel árbol que cerraba Estudio de lo visible. Finalmente, con “el insecto al fin dentro de la bombilla”, se cierra la sección primera “inaugurando la zona subjuntiva”.

No tengo, el segundo capítulo, es zona subjuntiva de la ganancia y la pérdida.

Y, finalmente, Emergencia. ¿Qué emerge ahí? Tras una presentación de digamos, el escenario, se inicia un amplio movimiento sostenido, verbal, descriptivo. Algo viene, viene, viene, algo que actúa de muy diversos modos, “articula el azar”, emerge.

 

Veamos que nos dice el poeta. Recordad que dedicó 9 años de su vida en el libro del que ahora presentamos la primera de 3 partes.

 

 

 

 

 

 

 

 

I

 

surco en el camino de
ya dentro hacia cualquier oscuro
la palabra desbordada por la memoria
la noche para quien no tiene menos

dilo ya o mejor
mineral sin verbos al alcance
barro piel en potencia pero
puro presente

forcejeo cada
desvío en el camino del surco hacia el verbo
arrisco que refulge y que se apaga
anudando todos estos años

guijarros bajo la linterna
cálida tuya nunca más

 

 

II

 

bajo la arena insecta hay un calambre
un picor un gemir intermitente
diálogo del aliento y la resina
y la tela mojada

ahora verde opaco como otra semana
sin salir a la nieve
mano cuarteada siete
dedos escarbando las fisuras sensibles

una araña en la pared
un vaso en la mano
sangre por el suelo

lame a la salud del silogismo
la arena la morada inicial
suelo patria de nosotros

 

 

III

 

navegación
por las arterias del vino emotivo
sin trayecto pero siempre
retorno

sin médula palabras en
otoño
viento cuota de murria de todo itinerario

relámpago
revelando tal presencia pieria
en las tinieblas ásperas del
capricho

qué escalas constituyen ese
viaje
qué dictados sin voz

 

 

IV

 

on/off es la consigna
el pulso el marco el
secreto la posibilidad del
ritmo el cauce de lo estático
la antítesis del movimiento la
síntesis        pero
en qué proporción

frío/calor y los matices
que también son el viaje
lo inscrito sobre el lienzo
lo ya dicho el pleno baile
tesis saltando los obstáculos
dialécticos hasta la oscuridad
aparente

 

 

V

 

fin del catálogo despierto
austero ni sol ni luna
seca la sangre nubes
caravana adentro

el ojo corta toda disuasión

y comienzo y ahora sin medida
un centímetro más al optimismo
un rojo más al margen de la sombra
un destello más breve que la sangre

pero un grado arriba o abajo

y otra vez turbio el cielo de los huesos
la callada falacia de lo extinto
de lo esencial esquivo clausurando
algo que no ha sido un espejismo

 

 

VI

 

la pequeña realidad en el momento fisura
no más calor que una bombilla de cien vatios
hoy apenas más luz

el fogonazo inmenso y nunca más
todas sus horas concentradas tiempo cero
el insecto al fin dentro de la bombilla
deseando salir

escasa verdad lenta
pulso constante al arrepentimiento
la máxima confianza en el latido
tajo en las venas el flujo indiferente

veloz inmensa claridad
ahí angosta la palabra habitable
tajo en las cuerdas vocales el flujo detenido

 

 

VII

 

su suavidad solar
de crustáceo en la roca

su olor a sangre
empuje al límite secreto
su niebla su temblor

sus catacumbas lúbricas
umbral del tacto

su acceso al flujo de lo inmóvil
presencia independiente del fenómeno

palabras sus alas
desplazamiento consecuencia su rumor
días sus minutos

la voz su verdad de espejismo
diciendo amor heno que arde

 

 

VIII

 

gelatina receptiva generosa
ruedan juntos las pirañas y los pájaros
misterio que entra con el latido
de la sangre en los labios y no
sale pero sale con esta miseria
de una única boca y qué más

resbaladizo lo duro blando
derramado en el otra vez cauce
hacia la prometida gloria centígrada
la candencia centrífuga
abriendo a voz los tubos del mercurio

voz su sí no
diverso como la unidad del dos
inaugural y seca y siempre antes

 

 

 

IX

 

temperatura roja
canción que se despliega hacia el deseo
leve salmo corpóreo
primera dimensión de la plegaria
variaciones fascinantes de lo tibio
del tacto cultual
sol de estas frutas

temperatura ajena
hay agua suficiente y sed de sobra
vapor en la cisterna
primera dimensión del yo

temperatura vaina
miseria de la mano ante lo todo
comparando la escarcha con

 

 

X

 

la vértebra y la piedra
los hemisferios en contacto

cuánto dura el eco del calor
la abstinencia del nombre
la memoria de la flecha o del aire

cuánto un peldaño toda la subida
un copo cuánto la pelea entera
casi cuánto la suerte de lo húmedo
y cuánto mar algunos áridos

inmersión
en las frecuentes caricias de los ápices
sus prometidas sumas cumplimientos
el ojo mínimo segregando anhelo
lítico lo demás

 

 

XI

 

boca surco de la memoria
quietud habilidad de los escombros

uno a uno
toda la emergencia improbable
temple témpera pero sólo
hasta ahí

puntual el contacto murmúreo
la escucha experiencia antitérmica

una vía de entrada
demasiada quietud para el dolor

aunque lo múltiple sus trampas las pupilas

una la elección una
la voz lamiendo la temperatura sorda

a plena clínica

 

 

XII

 

vaivén mediante más ahora que nunca
más curva que giro

secretos de la superficie
pliegues por venir el vértigo
de lo horizontal

ácimo y atractriz

la lima ante su última acrobacia
contra la red

qué invernaderos ideales
el ojo su trabajo descriptible
qué proyecto labial

nada o lo que podría ser
cuenco abajo respiración avizor
inaugurando la zona subjuntiva

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

3 Comentarios

  1. angel

    Bueno, no veo los poemas, las imágenes. Noto que hay mucho trabajo detrás,

    me viene a la mente e.e. Cummings al leer estos poemas en los que echo en falta más comas para facilitar la visión de la imagen,

    pero ahí estará su gracia claro, si ves la imagen pones la coma mentalmente. El poema te hace trabajar, como lo ha hecho su autor.

    Me ha sorprendido y gustado mucho esa actitud de tardar nueve años en hacer un libro. Dice mucho de su autor. Que no es un caza mariposas.

    abrazo

    Ángel

    Responder
  2. caballo

    Master: me he ido a ver qué dijeron los del colectivo AdW en relación
    con este libro:

    Mariano Peyrou. “Temperatura voz”. Pre-Textos Poesía

    Quienes han votado el libro de Peyrou valoran su riesgo formal y lirismo. Destacan en especial la última parte de su libro,
    “Emergencia”, y subrayan que su poesía gana cuando se adentra en el terreno abstracto-figurativo frente a lo abstracto.
    Quienes no lo han votado destacan el estancamiento estilístico de su poesía, “imitativa del inimitable Ashbery”,
    y el vacío comunicativo de muchos poemas. Las discusiones sobre el libro fueron acaloradas.

    Abrazo
    narcisodaa

    Responder
  3. angel

    No he leído tanto del libro como para opinar así…pero se nota que hay una paciencia y una toma de apuntes descomunal.
    En estos doce poemas a mi me viene más Cummings que Ashbery.

    abrazo

    Ángel

    Responder

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