Había una araña que trabajaba en la pequeña selva umbrosa de la casa.

En vez de redes finas producía un crochet ancho, gris, color crema.

Salía con todos los puntos perfectos, muy asegurados, ese crochet. 

Mamá vino y yo la seguía con mis frágiles piernas de nueve años.

Me señaló la blonda, el hilo tejido que partía la araña.

Yo miraba rígida y mamá con hábil tijera, o sólo con la mano, cortó de lo tejido y dijo :

Vamos hacia adentro.

La araña se detuvo, mas luego reemprendió la labor, sobresaltada y empecinada. De su cuerpo nacía un crochet.

Mamá aprovechó mucho de ese crochet. Y bordó con lo robado fundas y sábanas, enaguas, corpiños.

Me hizo un pañuelo para llevar a la escuela, y muchos pañuelos para la primera menstruación que ya se aproximaba. 

 

 

 

marosa di giorgio 

de La flor de lis

 

 

 

 


 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir