Y vamos a examinar los jardines.

Mata por mata, hoja a hoja, el dondiego de noche, flores mágicas, azules y chiquitas.

El alhelí celeste carmesí, los claveles de miel y de papeles, cada una de sus vueltas,

cuánta agua tomaron, la rosa que en el ruedo de terciope­lo lleva inscrito el nombre de

mamá; benjuí y perejil.

Debajo del oré­gano surge el conejito de pana granate que los Reyes pusieron a mi

hermana; era un juguete. Ahora, está vivo no sé cómo, dice: Yo soy tu sobrinito.

La retama amarilla, estrellada, y las estrellas, floridas; cae un pliego, rueda por las

ramas y se va al suelo, leo:

 

No investigues, no preguntes, no insistas. Dice: cuenta lo que viste.

Apúntalo en las ramas.

 

 

Sólo me siento libre allá en el prado, en las tardes inmensas y doradas,

cuando yo era un pájaro, con el envés color nieve, que, de pronto, daba

un golpeteo y se iba, lejísimo, a otra propiedad, pero, ¿quién hace caso de

los pájaros? Lo más, dirían: Mira, pertenece a otra chacra. O podría ser

que me baleasen con un rifle; se corre ese peligro, ¿se corre ese peligro?

 

Fui gusano de luz; mi cabeza era una antorcha; mi cuerpo, bri­llantes en

cadena, navegué sobre los siniestros higos.

Me presenté amapola, curva, deslumbradora, en un rosado como jamás

se vio; algunos pétalos caían sobre un gajo, tal si se me estuviese formando

allí una mano; mi madre, al asirme, me puso en el delantal, y me paseaba

por los vericuetos del sendero, pero, yo sacaba de entre sus vestidos,

la cara de amapola deslumbrante, que daba consternación, miedo, y creo

que hasta envidia, a los vecinos.

 

Todo, allá, quedó, guardado en

la blanca luna y en el viejo sol.

 

 

 

 

 

 

 

 

poemas de marosa di giorgio

Guaraguao
 
Año 8, No. 19, Diálogo sobre tolerancia y violencia (Winter, 2004), pp. 91-94
Published by: Asociacion Centro de Estudios y Cooperacion para American Latina
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 

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