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Franz_von_Stuck_Salome_II

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salomé

Salomé tiene una boca tajada, un tajo, una herida larguísima que

es una sonrisa sin sonrisa, más bien una satisfacción en la boca.

Está en medio de una noche abierta, completa, entera, total.

Pero la luz es verde como el veneno verde, tal vez de la luz verde

de la luna verde.

Y esos pendientes espléndidos, grandes, como artilugios compuestos,

como aparatos de transmisión sobre el pelo negro como una nube

negra que le roba estrellas a la noche, y la cara de rasgos duros,

afilados: los ojos como agujeros, con una oscuridad vacía, de pozo;

y esa ceja interminable, asfaltada, negra como el alquitrán de una

carretera.

Salomé ha quedado fijada en una pose de saludo folclórico, pero

con los brazos pobres, muy escasos de tensión escénica, de

corriente eléctrica, más bien bajos, caídos, con esa mano sin

marcha ni maldad, sin intensidad de garra, sólo puesta, dejada de

adorno, florera.

Está hermosa de collares de metal venenoso, y de pulseras

y pulserones, de anillos y brazaletes, de vientre duro y levemente

combado, de pechos breves y de pezón naranja, de falda entre hawaiana y

lluviosa.

Cómo croan las estrellas tiernas, calentando el viento cósmico

que enseguida se vuelve a enfriar. El hombre mono está incómodo,

no sabe adónde mirar, qué trago, qué compromiso, la cabeza

de Juan Bautista le da yuyu, pero si mira a Salomé se juega el

cuello peludo y negro, así que ha decidido instalarse en frío como

un perchero y mirar sin ojos hacia el pasado.

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Narciso de Alfonso

Merodeos: el desnudo femenino en la pintura

 


 

Franz von Stuck – (1863-1928)

Salomé II -1906

Óleo sobre lienzo de 115.5 X 62.5

Ubicación actual: Lenbachhaus, München

 

 

 

 

 


 

 

 

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