Kira-Mazura

 

Duerme, no queda nada

‘¿Y cuándo nos veremos con los demás, al borde de una mañana eterna, desayunando todos juntos?’ –pregunta el poeta. Tal vez Kira necesite compañía, atención, cariño, un poco de afecto.

Solamente que alguien esté con ella, en silencio, acompañándola.

Quizá tenga ganas de volver, de amar, de no ausentarse, pero también ganas de morir, así, ahora, con su vestido total y los brazos abiertos. Tal vez le duela mucho el corazón, el paquete oscuro que aprieta la garganta cuando duele, que aprieta la boca y los ojos y el pelo cuando duele. Hasta el sol duele mucho cuando duele el corazón.

Kira está hermosa de pelo abundante, masivo, con el que podría hacer un buen abrigo para su madre y una bufanda para su amante, si es que su amante es un tipo bufandero. Está hermosa de expresión absorta, desentendida, ausente, abandonada, como cuando el expreso de Galicia va por una larguísima recta y es de noche y el maquinista lo deja ir, despreocupado de todo, deseando que sea solamente su tren ferrocarril el que decida metálicamente las cosas, sin intervención suya, como una nave sideral a la deriva, como una carabela atenta a los astros, definitivamente sola. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Narciso de Alfonso

Merodeos

 


 

 

 

 

 

 

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