nastassja-kinski

 

 

nastassja

 

Nastassja tiene una belleza atractiva: para un sencillo merodeador como yo, más belleza que atractiva,

lo que complica, tal vez, las cosas, porque tiene más de un atractivo, incluso atractivos contrapuestos: como actriz,

fue una pantera de mujer, una debilísima Tess o una prostituta de cabina, por nombrar con simplismo hacia donde

van sus atractivos atractivos.

En la ventanita del merodeo, donde no hay drama, está hermosa de mirada –y de todo lo demás-, ajustada

y puesta, que es, tal vez, la versión menos interesante de Nastassja, ya que ella coge su temperatura, su clima, su

punto, en situaciones extremas, cuando se siente muy sobrepasada, en el límite de sí misma: entonces saca pasión y

magia y desesperación: cuando se da por perdida.

La versión bonita de Nastassja, con flores en el pelo y aspecto sano, con paraguas para la lluvia y la lluvia

como rocío para sus labios y para su pelo, es precisamente lo que hay que destrozar de arriba abajo para que esa

mirada se multiplique de negro y esa piel pierda todo el color y esos labios se pongan del color de la sangre oscurísima,

sin oxígeno, asfixiada: entonces, entonces Nastassja es Nastassja.

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

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