Rosario y Josele

 

A veces la vida no es lo que parece, a veces parece lo contrario de lo que es. Otras veces, sin embargo, apariencia

y realidad coinciden plena y completamente, sin la menor duda ni fisura; son las menos, pero algunas veces apariencia

y realidad coinciden, sí.

 

– Josele, tienes más veneno que un escorpión negro, pero es que a mí siempre me ha fascinado la maldad, qué le voy a hacer.

– Aquí la que tiene más mala leche que un cuclillo eres tú, Rosario, tienes más mala uva que un estibador manco, cariño.

– Pues mira, siempre había pensado y creído que el malo eras tú, Josele, maligno hasta la perversidad, malo malo, vamos.

– Mujer, piensa en la vida que hemos llevado cada uno y tú misma.

– En eso pensaba precisamente, Josele. Tres veces en la cárcel por delitos de sangre; cinco violaciones que me hayas contado,

que igual son más, aunque no te hayan trincado por eso; tu madre, cuando vas a verla, no suelta el cuchillo ni para pintarse las

uñas; tu hermana Paqui lo primero que hace cuando te ve es amartillar el revólver, que no sé yo dónde va una mujer a todas

partes con la pistola, pero eso es otra historia; no sé, cielo, yo creo que el malo eres tú.

– Las apariencias casi siempre engañan, Charo, ya lo sabes. Yo en el fondo soy bueno, pero la gente se cree que, de bueno, tonto,

y ahí es dónde empiezan los desacuerdos.

– No, si yo te entiendo, Jose, te entiendo y estoy de tu parte, pero aunque en el fondo seas bueno, aquí el que parece el malo

eres tú, corazón.

– Mujer, si nos dejáramos llevar por las apariencias yo aún estaría en la cárcel. Lo que importa son los hechos que se pueden

probar, demostrar, lo que importa es la verdad. Y la verdad es que, en el fondo, yo soy bueno. Bueno pero no tonto, eh.

– Vale, bien, pero aunque yo sea más mala que un regimiento de víboras, aquí el que parece el malo eres tú, amor mío, que te

quiero más que al dinero, que ya es decir.

 –

A veces la vida no es lo que parece, a veces parece lo contrario de lo que es. Otras veces, sin en cambio, apariencia y realidad

coinciden plena y completamente, sin la menor duda ni fisura; son las menos, pero algunas veces apariencia y realidad coinciden, sí.

 

 

 

 

 

 

Narciso de Alfonso

Parejas vivas


 

 

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