189

Estoy casi convencido de que nunca estoy despierto. No sé si no sueño cuando vivo, si

no vivo cuando sueño, o si el sueño y la vida no son en mí cosas mixtas, intersecadas, de las que

mi ser consciente se forme por interpenetración.

A veces, en plena vida activa, en que, evidentemente, me siento tan claramente como todos

los demás, viene a mi suposición una sensación extraña de duda; no sé si existo, siento como posible

ser un sueño ajeno, se me figura, casi carnalmente, que podré ser personaje de una novela,

moviéndome, en las ondas largas de un estilo, en la verdad hecha de una gran narración.

He reparado, muchas veces, en que ciertos personajes de novela adquieren para nosotros un

relieve que nunca podrían conseguir quienes son nuestros conocidos y amigos, quienes hablan con

nosotros y nos oyen, en la vida visible y real. Y esto me hace soñar la pregunta de si no será todo, en

este total del mundo, una serie entre-insertada de sueños y novelas, como cajitas dentro de cajitas

mayores —unas dentro de otras y éstas en más—, siendo todo una historia con historias, como la

Mil y Una Noches, sucediendo falsa en la noche eterna.

Si pienso, todo me parece absurdo; si siento, todo me parece extraño; si quiero, el que quiere

es algo que hay en mí. Siempre que en mí hay acción, reconozco que no he sido yo. Si sueño,

parece que me escriben. Si siento, parece que me pintan. Si quiero, parece que me ponen en un

vehículo, como a la mercancía que se envía, y que avanzo con un movimiento que me parece propio

hacia donde no quise que fuese sino después de estar allí.

¡Qué confusión es todo! ¡Cuánto mejor es ver que pensar, y leer que escribir! Lo que veo,

puede ser que me engañe, pero no lo creo mío. Lo que leo, puede ser que me pese, pero no me

perturba haberlo escrito. ¡Cómo duele todo si lo pensamos como conscientes de pensar, como

seres espirituales en quien se ha dado ese segundo desdoblamiento de la conciencia mediante el

cual sabemos que sabemos! Aunque el día esté lindísimo, no puedo dejar de pensar así… Pensar

o sentir, ¿o qué tercera cosa entre los escenarios puestos aparte? Tedios del crepúsculo y del desaliño,

abanicos cerrados, cansancio de haber tenido que vivir…

20-12-1931

Fernando Pessoa

Del español:

Libro del desasosiego 189

Título original: Livro do Desassossego

© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984

© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997

Segunda edición


 

 

 

 

 

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