215

 

 

Pero la exclusión, que me he impuesto, de los fines y de los movimientos de la vida; la ruptura, que he procurado,

de mi contacto con las cosas —me ha conducido precisamente a aquello de lo que yo procuraba huir.

Yo no quería sentir la vida, ni tocar las cosas, sabiendo, por la experiencia de mi temperamento al contagio del

mundo, que la sensación de la vida era siempre dolorosa para mí.

Pero al evitar ese contacto, me he aislado y, al aislarme, he exacerbado mi ya excesiva sensibilidad.

Si fuese posible cortar del todo el contacto con las cosas, le iría bien a mi sensibilidad. Pero ese aislamiento total

no puede efectuarse. Por menos que yo haga, respiro; por menos que actúe, me muevo. Y, así, al conseguir exacerbar

mi sensibilidad mediante el aislamiento, he conseguido que los hechos mínimos, que antes nada, incluso a mí, me harían,

me hiriesen como catástrofes.

He equivocado el método de fuga. He huido, mediante un rodeo incómodo, hacia el mismo lugar en que estaba, con el

cansancio del viaje sobre el horror de vivir allí.

Nunca he encarado el suicidio como una solución, porque odio a la vida por amor a ella.

Me ha llevado tiempo convencerme de este lamentable equívoco en que vivo conmigo mismo. Convencido de él, me he

quedado desazonado, lo que siempre me sucede cuando me convenzo de algo, porque el convencimiento es en mí, siempre,

la pérdida de una ilusión.

He matado a la voluntad a fuerza de analizarla. ¡Quién me volverá a la infancia de antes del análisis, incluso de antes de la

voluntad!

En mis parques, sueño muerto, la somnolencia de los estanques al sol alto, cuando los rumores de los insectos se aglomeran

en la hora y me pesa vivir, no como una angustia, sino como un dolor físico por concluir.

Palacios muy lejos, bosques absortos, la estrechez de los paseos a lo lejos, la gracia muerta de los bancos de piedra para los

que han sido: pompas muertas, gracia deshecha, oropel perdido. Anhelo mío que olvido, ¡ojalá pudiera recuperar la amargura

con que te he soñado!

 

 

 

Mas a exclusão, que me impus, dos fins e dos movimentos da vida; a ruptura, que procurei, do meu contacto com

as coisas levou-me precisamente àquilo a que eu procurava fugir.

Eu não queria sentir a vida, nem tocar nas coisas, sabendo, pela experiência do meu temperamento em contágio

do mundo, que a sensação da vida era sempre dolorosa para mim.

Mas ao evitar esse contacto, isolei-me, e, isolandome, exacerbei a minha sensibilidade já excessiva.

Se fosse possível cortar de todo o contacto com as coisas, bem iria à minha sensibilidade. Mas esse isolamento total

não pode realizar-se. Por menos que eu faça, respiro; por menos que aja, movo-me. E, assim, conseguindo exacerbar

a minha sensibilidade pelo isolamento, consegui que os factos mínimos, que antes mesmo a mim nada fariam, me

ferissem comocatástrofes. Errei o método de fuga. Fugi, por um rodeio incómodo, para o mesmo lugar onde estava,

com o cansaço da viagem sobre o horror de viver ali.

Nunca encarei o suicídio como uma solução, porque eu odeio a vida por amor a ela.

Levei tempo a convencer-me deste lamentável equívoco em que vivo comigo.

Convencido dele, fiquei desgostoso, o que sempre me acontece quando me convenço de qualquer coisa, porque o

convencimento é em mim sempre a perda de uma ilusão.

Matei a vontade a analisá-la. Quem me tornara a infância antes da análise, ainda que antes da vontade!

Nos meus parques, sono morto, a sonolência dos tanques ao sol-alto, quando os rumores dos insectos chusmam na

hora e me pesa viver, não como uma mágoa, mas como uma dor física por concluir.

Palácios muito longe, parques absortos, a estreiteza das áleas ao longe,a graça morta dos bancos de pedra para os

que foram – pompas mortas, graça desfeita, ouropel perdido. Meu anseio que esqueço, quem me dera recuperar a

mágoa com que te sonhei.

 

 

 

 

Fernando Pessoa

Del español:

Libro del desasosiego 105

Título original: Livro do Desassossego

© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984

© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997

Segunda edición

 

Del portugués:

Livro do Desassossego composto por Bernardo Soares

© Selección e introducción: Leyla Perrone-Moises

© Editora Brasiliense

2ª edición

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir