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La idea de viajar me provoca náuseas.

Ya he visto todo lo que nunca había visto.

Ya he visto todo lo que todavía no he visto.

El tedio de lo constantemente nuevo, el tedio de descubrir, bajo la falsa diferencia de las cosas y de !as ideas,

la perenne identidad de todo, la semejanza absoluta entre la mezquita, el templo y la iglesia, la igualdad de la

cabaña y del castillo, el mismo cuerpo que es rey vestido y salvaje desnudo, la eterna concordancia de la vida

consigo misma, el estancamiento de todo lo que, vivo sólo por moverse, está pasando.

Los paisajes son repeticiones. En un simple viaje en tren inútil y angustiadamente entre la distracción ante

el paisaje y la distracción ante el libro que me entretendría si yo fuese otro.

Tengo de la vida una náusea vaga, y el movimiento me la acentúa.

Únicamente no hay tedio en los paisajes que no existen, en los libros que nunca he de leer.

La vida, para mí, es una somnolencia que no llega al cerebro.

ése lo conservo yo libre para poder estar triste en él.

¡Ah, que viajen los que no existen!

Para quien no es nada, como un río, el correr debe ser vida.

Pero a los que piensan y sienten, a los que están despiertos, la horrorosa histeria de los trenes,

de los automóviles, de los navíos, no les deja dormir ni despertar.

De cualquier viaje, aunque pequeño, regreso como de un sueño lleno de sueños —una confusión tórpida,

con las sensaciones pegadas las unas a las otras, borracho de lo que he visto.

Para el reposo, me falta la salud del alma. Para el movimiento, me falta algo que hay entre el alma y el cuerpo;

se me niegan, no los movimientos, sino el deseo de tenerlos.

Muchas veces me ha sucedido querer atravesar el río, estos diez minutos del T[erreiro] do Paço a Caçilhas.

Y casi siempre he tenido como timidez de tanta gente, de mí mismo y de mi propósito.

Una u otra vez he ido, siempre oprimido, siempre poniendo solamente el pie en tierra cuando estoy de vuelta.

Cuando se siente de más, el Tajo es el Atlántico sin número, y Caçilhas, otro continente, o hasta otro universo.

 

 

 

 

 

A ideia de viajar nauseia-me.

Já vi tudo que nunca tinha visto.

Já vi tudo que ainda não vi.

O tédio do constantemente novo, o tédio de descobrir, sob a falsa diferença das coisas e das ideias,

a perene identidade de tudo, a semelhança absoluta entre a mesquita, o templo e a igreja, a igualdade

da cabana e do castelo, o mesmo corpo estrutural a ser rei vestido e selvagem nu, a eterna concordância

da vida consigo mesma, a estagnação de tudo que vivo só de mexer-se está passando.

Paisagens são repetições. Numa simples viagem de comboio divido-me inútil e angustiadamente entre

a inatenção à paisagem e a inatenção ao livro que me entreteria se eu fosse outro.

Tenho da vida uma náusea vaga, e o movimento acentua-ma.

Só não há tédio nas paisagens que não existem, nos livros que nunca lerei.

vida, para mim, é uma sonolência que não chega ao cérebro.

Esse conservo eu livre para que nele possa ser triste.

Ah, viajem os que não existem!

Para quem não é nada, como um rio, o correr deve ser vida.

Mas aos que pensam e sentem, aos que estão despertos, a horrorosa histeria dos comboios, dos automóveis,

dos navios não os deixa dormir nem acordar.

De qualquer viagem, ainda que pequena, regresso como de um sono cheio de sonhos – uma confusão tórpida,

com as sensações coladas umas às outras, bêbado do que vi.

Para o repouso falta-me a saúde da alma.

Para o movimento falta-me qualquer coisa que há entre a alma e o corpo;

negam-se-me, não os movimentos, mas o desejo de os ter.

Muita vez me tem sucedido querer atravessar o rio, estes dez minutos do Terreiro do Paço a Cacilhas.

E quase sempre tive como que a timidez de tanta gente, de mim mesmo e do meu propósito.

Uma ou outra vez tenho ido, sempre opresso, sempre pondo somente o pé em terra de quando estou de volta.

Quando se sente de mais, o Tejo é Atlântico sem número, e Cacilhas outro continente, ou até outro universo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fernando Pessoa

Del español:

Libro del desasosiego 105

Título original: Livro do Desassossego

© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984

© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997

Segunda edición

 

 

 

Del portugués:

Livro do Desassossego composto por Bernardo Soares

© Selección e introducción: Leyla Perrone-Moises

© Editora Brasiliense

2ª edición

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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