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aquí

Virar hacia el este, salir de las ricas sombras industriales

y el tráfico, toda la noche hacia el norte; virar hacia campos

tan ralos, cardizales, que no son ni prados,

y de vez en cuando un apeadero de sonido gutural, que acoge

obreros al alba; virar hacia la soledad

de cielos y espantapájaros, almiares, liebres y faisanes,

y la lenta presencia del río, ensanchándose,

cúmulos dorados, el brillo del barro pisado de gaviotas,

aboca a la sorpresa de una gran ciudad:

aquí, donde se apiñan cúpulas y estatuas, agujas y grúas

junto a calles salpicadas de grano, un agua poblada de gabarras,

y habitantes de feas urbanizaciones, que en furtivos

trolebuses han recorrido millas y millas

y ahora empujan grandes cristaleras rumbo a sus deseos:

trajes baratos, cacharros rojos, zapatos de puntera, polos,

batidoras eléctricas, tostadoras, lavadoras, secadoras:

gentes de saldo, urbanas pero simples, a cuya morada

solo llegan vendedores y parientes, encerradas

en una escena bucólica que huele a pescado, de barcos

que van calle arriba, el museo de los esclavos, tiendas

de tatuajes, consulados, severas mujeres de pañuelo en la cabeza;

y más allá de una periferia que se levanta hipotecada

campos de trigo altos como setos, sombreados por nubes

veloces, pueblos aislados, donde las vidas retiradas

la soledad clarifica. Aquí el silencio se alza

como el calor. Aquí se espesan hojas inadvertidas,

florecen ocultas malezas, se apresuran aguas olvidadas,

asciende un aire poblado de luz;

y tras la distancia neutral y azulada de las amapolas

acaba la tierra de pronto más allá de una playa

de formas y guijarros. Aquí la existencia no tiene límites:

mira al sol, reservada, inalcanzable.

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here

Swerving east, from rich industrial shadows

And traffic all night north; swerving through fields

Too thin and thistled to be called meadows,

And now and then a harsh-named halt, that shields

Workmen at dawn; swerving to solitude

Of skies and scarecrows, haystacks, hares and pheasants,

And the widening river’s slow presence,

The piled gold clouds, the shining gull-marked mud,

Gathers to the surprise of a large town:

Here domes and statues, spires and cranes cluster

Beside grain-scattered streets, barge-crowded water,

And residents from raw estates, brought down

The dead straight miles by stealing flat-faced trolleys,

Push through plate-glass swing doors to their desires –

Cheap suits, red kitchen-ware, sharp shoes, iced lollies,

Electric mixers, toasters, washers, driers –

A cut-price crowd, urban yet simple, dwelling

Where only salesmen and relations come

Within a terminate and fishy-smelling

Pastoral of ships up streets, the slave museum,

Tattoo-shops, consulates, grim head-scarfed wives;

And out beyond its mortgaged half-built edges

Fast-shadowed wheat-fields, running high as hedges,

Isolate villages, where removed lives

Loneliness clarifies. Here silense stands

Like heat. Here leaves unnoticed thicken,

Hidden weeds flower, neglected waters quicken,

Luminously-peopled air ascends;

And past the poppies bluish neutral distance

Ends the land suddenly beyond a beach

Of shapes and shingle. Here is unfenced existence:

Facing the sun, untalkative, out of reach.

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Philip Larkin

Ahí

Poesía Reunida

Las bodas de Pentecostés

The Complete Poems, Archie Burnett, ed.

Nueva York, Farrar, Strauss and Giroux, 2012

Versiones de Damián Alou y Marcelo Cohen

Lumen

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

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