Teólogo en la ventana

Este cerrado dolor de cabeza

causado por la presión del mundo visible

reclama un significado.

Pero la visión de la calle desde mi ventana

solo ofrece alternativas a una apariencia dislocada

hecha de fragmentos trémulos, colores dudosos

y un sufrimiento de cosa oscuramente mezclada consigo misma.

¿Qué materia desean los ojos y que no pueden ver?

No esta especie de traición a lo largo del pavimento,

la naturaleza criminal que revelan los automóviles,

el taciturno rumor de los objetos manufacturados,

la vacilante verdad de la muchedumbre hacia el ocaso,

los asuntos de esta terrible sociedad que se aplasta al planeta.

¿Cuál es la relación de esta escena con el otro orden?

La divinidad está aquí por delegación sombría.

Hay un millón de ventanas y cada una padece

su teólogo fracasado ante la única realidad posible

con su correspondiente dolor de cabeza al anochecer.

 

 

 

 

Joaquín Giannuzzi

Teólogo en la ventana

Violín obligado

Libros de Tierra Firme

Buenos Aires, 1984

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

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