Puedo reconstruir la casa, con madera, o con una piedra oscura y dura, que yo mismo invento, y hago una

estructura entre ilusión y verdad, la mesa con el hoyo, el techo, a ratos, de enredadera; un jardín escondido

adentro de la casa; lo encontré sólo un día, sin querer, y en medio de sus flores, estaba la abuela de pie,

los paquetes con huevos de hadas aparecían por el techo y se echaban en la sopa, así vivían mariposas de

todos colores en la sopa; los budines amarillos y colorados, con perla y patitas de huevo, las Quiseras, el coral,

las sartenes negras y platinadas, y más atrás, más ocultos y secretos, los frascos con los fetos, gatunos o

humanos; les devorábamos en las heladas noches de invierno entre el miedo y la sal.

Las gallinas altas tal señoritas, saco overo y ojos sombríos; eran las verdaderas reinas del condado,

pues, se hablaba en voz muy baja, de sus amores con militares, ¿podría ser esto?

Hay días en que el viento aúlla y se lleva todo como telones.

¿Era nada verdad?

¿¿Todo pintado??

 

 

 

Marosa di Giorgio

de La edad anaranjada

número 33, membrillo de Lusana

Colección Ave Roc

Fondo de Animal Editores

Ecuador, 2012 

 


 

 

 

 

 

 

 

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