bobby

No era el amor y se llamaba Antonio.

Hablaba como un indio del Far- West:

«hombre alto», «boca larga». Era de Fuengirola.

y siempre había un teléfono donde llamarlo cuando

-y reía-

la noche era más larga, más amarga, más lenta.

Por las villas de canos jubilados de Holanda,

por la «suite» de la vieja dama inglesa,

la viuda o divorciada más allá de los ácidos,

por el apartamento oscuro del borracho,

surgía su desnudo auroral como Jonia.

Era animal de dicha y entraba fiel, ruidoso,

un grueso calabrote de plata por el cuello…

Sobre muebles de Herraiz o lacas chinas,

biombo bermellón de zancudas doradas,

o en raída moqueta o taquillones

de castellano en serie,

iba dejando las botas deportivas,

los calcetines rojos,

el pequeño taparrabos celeste

la camiseta como broquel de un pecho

sin defensa. Portador de alegría,

tal un dios de tobillos alados que bajara

a los orcos humanos

ahuyentaba la lágrima, la carta, los somníferos,

la desesperación y su lívida mecha.

Y una noche me dijo, su lengua por mi oído,

«Quisiera haberme muerto».

 

 

 

 

Pablo García Baena

Bobby

Poesía completa (1940-2008)

Visor Libros 

2008 Madrid

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir