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un encanto

Así que quiere felicidad,

así que quiere la verdad,

así que quiere eternidad,

¡vaya, vaya!

Apenas acaba de distinguir el sueño de la vigilia,

apenas acaba de darse cuenta de que él es él,

apenas acaba de labrar su mano, descendiente de una aleta,

el pedernal y el cohete,

es fácil ahogarlo en la cuchara del océano,

demasiado poco ridículo incluso como para hacer reír al vacío,

con los ojos sólo ve,

con los oídos sólo oye,

el récord de su habla es el modo potencial,

con la razón vitupera a la razón,

en una palabra: casi nadie,

pero con la cabeza llena de libertad, de omnisciencia

y de existencia

más allá de la estúpida carne,

¡vaya, vaya!

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Porque quizá sí exista,

haya sucedido de verdad

bajo una de las pueblerinas estrellas.

A su modo, dinámico y movido.

Para ser una miserable degeneración del cristal,

bastante sorprendido.

Para haber tenido una difícil infancia en la obligatoriedad

de la manada,

no está mal como individuo.

¡Vaya, vaya!

A seguir así, así aunque sea un instante,

¡a través del abrir y cerrar de ojos de una pequeña galaxia!

A ver si tenemos por fin una idea, aproximada al menos,

de qué va a ser, ya que ya es,

Y es obstinado.

Obstinado, hay que admitirlo, mucho.

Con ese aro en la nariz, con esa toga, con ese suéter.

Queramos o no, un encanto.

Pobrecito.

Un verdadero hombre.

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Wislawa Szymborska


Un encanto

Paisaje con grano de arena

Lumen

Traducción de Ana María Moix

y Jerzy Wojciech Slawomirski

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

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