Varios no

Ezra Pound

Nota retrospectiva

En la primavera o principio del verano de 1912, «H. D.», Richard Aldington y yo

resolvimos que estábamos de acuerdo sobre los tres principios siguientes:

1. Tratamiento directo de la «cosa». Ya sea subjetiva u objetiva.

2. No usar en absoluto ninguna palabra que no contribuya a la presentación.

3. Respecto a ritmo: componer con la secuencia de la frase musical. No con la secuencia de

un metrónomo.

Sobre muchos puntos de gusto y predilección diferíamos, pero concordando sobre estas

tres posiciones pensamos tener tanto derecho a un nombre de grupo como tantas escuelas

francesas proclamadas por Mr. Flint en el número de agosto de 1911 de la revista de

Harold Munro.

Esta escuela fue «integrada» o «seguida» por numerosas personas que, cualesquiera sean sus

méritos, no dan señales de concordar en la segunda especificación. El Vers libre se ha vuelto

tan prolijo y verboso como cualesquiera de las fláccidas variedades de verso que lo

precedieron. Ha traído faltas propias. Su lenguaje y fraseo son a menudo tan malos como

los de nuestros mayores sin tener siquiera la excusa de que las palabras son amontonadas

para llenar un patrón métrico o para completar el ruido de una rima. Si las frases seguidas

por los seguidores son o no musicales debe ser dejado a la decisión del lector. A veces

encuentro un marcado metro en Vers libre, tan rancio y cajonero como el de cualquier

pseudo-Swinburniano, a veces los escritores parecen no seguir ninguna estructura musical.

Pero es, en general, bueno que el campo se are. Unos pocos poemas excelentes han salido

del nuevo método, por tanto está justificado.

Unos pocos no

«Imagen» es lo que presenta un complejo intelectual y emocional en un instante de tiempo.

Uso el término «complejo» más bien en el sentido técnico empleado por los psicólogos más

nuevos, como Hart, aunque no estemos absolutamente de acuerdo en nuestra aplicación.

La presentación de tal «complejo» es lo que da de manera instantánea una sensación de

súbita liberación; una sensación de libertad de los límites del tiempo y los límites del

espacio; la sensación de repentino crecimiento que experimentamos en presencia de las más

grandes obras de arte.

Es mejor presentar una sola imagen en toda la vida que producir obras voluminosas.

Todo esto, sin embargo, puede ser considerado por algunos como discutible. La necesidad

inmediata es tabular Una lista de varios no para los que empiezan a escribir

versos. No puedo ponerlos todos en la forma negativa mosaica.

Para empezar, considérense las tres proposiciones (que piden tratamiento directo,

economía de palabras y la secuencia de la frase musical) no como dogmas, sino como

resultado de una larga meditación que, aunque sea la meditación de otro, puede merecer

consideración.

No prestes atención a la crítica de hombres que nunca han escrito una obra notable.

Considera las discrepancias entre la propia manera de escribir de los poetas y dramaturgos

griegos, y las teorías de los gramáticos greco-romanos, confeccionadas para explicar sus

metros.

Lenguaje

No uses ninguna palabra superficial, ningún adjetivo que no revele algo. No uses

expresiones como «dim lands of peace» (brumosas tierras de paz). Embota la imagen. Mezcla

una abstracción con lo concreto. Viene de que el escritor no se da cuenta de que el objeto

natural es siempre el símbolo adecuado.

Tenle miedo a la abstracción. No repitas en verso mediocre lo que ya ha sido dicho en

buena prosa. No creas que ninguna persona inteligente será engañada cuando trates de

escabullir todas las dificultades del inexpresablemente difícil arte de la buena prosa

cortando tu composición en líneas métricas.

De lo que el experto está cansado hoy, el público estará cansado mañana.

No imagines que el arte de la poesía es más simple que el arte de la música, o que puedes

complacer al experto antes de haber empleado al menos tanto esfuerzo en el arte del verso

como el profesor de piano corriente emplea en el arte de la música.

Déjate influir por tantos grandes artistas como puedas, pero ten la decencia de recordar la

deuda francamente o de tratar de esconderla.

No permitas que la «influencia» signifique meramente que tú lampacees el vocabulario

decorativo particular de uno o dos poetas que admires.

Usa buen adorno o ninguno.

Ritmo y rima

Que el candidato se llene la mente con las mejores cadencias que pueda descubrir, de

preferencia en lengua extranjera – esto para ritmo; su vocabulario debe encontrarlo por

supuesto en su lengua nativa – para que la significación de las palabras distraiga menos su

atención del movimiento; vg., conjuros sajones, cantos folklóricos de las Hébridas, los

versos del Dante y las canciones de Shakespeare, si puede disociar el vocabulario de la

cadencia.

Haga la disección de las poesías líricas de Goethe fríamente para descomponerlas

en los valores sónicos que las componen, en vocales y cortas, acentuadas o no

acentuadas, en vocales y consonantes.

No es necesario que un poema dependa de su música, pero si depende de su música, esta

música debe ser tal que deleite al experto.

Que el neófito conozca la asonancia y la aliteración, la rima inmediata y la retardada, simple

y polifónica, como un músico se espera que conozca la armonía y el contrapunto y todas

las minucias de su oficio. Ningún tiempo es demasiado para estos asuntos o para cualquiera

de ellos. Aun cuando el artista rara vez necesite estas cosas.

No te imagines que una cosa «resultará» en verso sólo porque es demasiado sonsa para ir
en prosa.

No seas «mira-mira», deja eso para los escritores de lindos ensayitos filos6ficos. No seas

descriptivo; recuerda que el pintor puede describir un paisaje mucho mejor que tú y que

tiene que saber bastante más sobre él.

Cuando Shakespeare habla de la «Dawn in russet mantle clad» (la Aurora en manto rojo)

presenta algo que el pintor no presenta. No hay en este verso suyo nada que pueda llamarse

descripción; sólo presenta.

Considera el estilo del científico antes que el estilo del agente de anuncios sobre un nuevo

jabón.

El científico no espera ser aclamado como gran científico hasta que ha descubierto algo.

Empieza por aprender lo que ya ha sido descubierto. Parte de ese punto hacia adelante. No

se vale de ser personalmente un tipo encantador. No espera que sus amigos aplaudan los

resultados de sus tareas escolares de novato. Desgraciadamente los novatos en poesía no

están confinados a una aula escolar definida y reconocible. Están dondequiera. ¿Es de

maravillarse que el público sea indiferente a la poesía?

No partas, lo que te sale, en yambos separados. No hagas que cada verso se pare

rotundamente al final,

y luego empieces cada nuevo verso con un envión. Haz que el principio de cada nuevo

verso coja el impulso de la ola rítmica, salvo que quieras una pausa definida un poco larga.

En una palabra, condúcete como un músico, un buen músico, cuando tengas que ver con la

fase de tu arte que tiene paralelos exactos con la música. Las mismas leyes rigen, y no tienes

otras que obedecer.

Naturalmente, tu estructura rítmica no debe destruir la forma de tus palabras, o su sonido

natural, o su significado. Es improbable que, al principio, logres una estructura rítmica lo

suficientemente fuerte para que las afecte mucho, aunque puedes ser víctima de toda clase

de falsas paradas debidas a los finales de verso y a las censuras.

El músico puede atenerse al tono y al volumen de la orquesta. Tú no. La palabra armonía

está mal aplicada a la poesía; se refiere a sonidos simultáneos de diferente tono. Hay, sin

embargo, en los mejores versos una especie de residuo de sonido que se queda en el oído

del que oye y actúa más o menos como un bajo de órgano.

Una rima debe tener cierto elemento de sorpresa para producir placer; no necesita ser rara

o curiosa, pero sí bien usada si se ha de usar.

Vide las notas de Vildrac y Duhamel sobre la rima en Technique Poétique.

Aquella parte de tu poesía que golpea el ojo de la imaginación del lector no perderá nada por

la traducción a una lengua extranjera; lo que apela al oído sólo es accesible en el original.

Considera la bien definida exactitud de la presentación del Dante comparada con la retórica

de Milton.

Lee todo lo de Wordsworth que no te parezca insoportablemente soso.

Si quieres el meollo recurre a Safo, Cátulo, Villón, Heine cuando está de vena, Gautier

cuando no sea demasiado frígido; y si no tienes el don de lenguas acude al reposado

Chaucer.

La buena prosa no te hará mal, y es buena disciplina el tratar de escribirla.

Traducir es también buen entrenamiento, si ves que tu materia poética «chapucea» cuando

tratas de ponerla en limpio. El significado del poema a traducir no puede andar con

«chapuzas».

Si estás usando una forma simétrica, no trates de poner en ella lo que quieres decir y luego

llenar los vacíos que quedan, con bazofia.

No resuelvas la percepción de un sentido tratando de definirla en términos de otro. En

general esto es tan solo el resultado de ser demasiado perezoso para encontrar la palabra

exacta. Para esta cláusula hay posiblemente excepciones.

Las tres primeras sencillas proscripciones echarán al canasto las nueve décimas partes de

toda la poesía hoy aceptada como ejemplar y clásica; y te evitará muchos crímenes

literarios.

«… Mais d’abord il faut etre un poète», como los señores Duhamel y Vildrac dicen al fin de su

librito, Notes sur la Technique Poétique.

 

 

 


 

 

 

 

 

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