El libro cuya portada nos sirve de cabecera de la página, se inicia con dos prólogos -o con un prólogo y un preámbulo,
o un atrio, o un prefacio.

En cualquier caso: el de Julio Cortázar es de 1981, es decir,
no lo escribió para este libro. El de 2012, el prólogo actual, efectivo, real, es de Pere Gimferrer. 

Cortázar no era poeta o era un mal poeta. Dejamos el caso de Gimferrer al criterio de cada uno.

La breve biobibliografía, que está al final del libro, acaba tal que así:

«En 2007 obtiene el Premio Cervantes, considerado el galardón más importante de las letras hispánicas, y dos años después la Asociación
de Poetas Chinos le otorga el Premio Antílope Tibetano.»

LAMENTO POR EL ARBOLITO DE PHILIP

LAMENTO POR EL CIRUELO DE CAB CUNNINGHAM

LAMENTO POR EL DÍA ESPAÑOL DE RAF MALONEY

LAMENTO POR EL FUROR DE ROY HENNIGAN

LAMENTO POR EL LLANTO DE SIM SIMMONS

LAMENTO POR EL PÁJARO DE CHESTER CARMICHAEL

LAMENTO POR EL PELO DE BRIGHT MORGAN

LAMENTO POR EL SAPO DE STANLEY HOOK

LAMENTO POR EL SICOMORO DE TOMMY DERK

LAMENTO POR EL UTERÓ DE MECHA VAUGHAM

LAMENTO POR EL VUELO DE BOB CHAMBERS

LAMENTO POR GALLAGHER BENTHAM

LAMENTO POR GEORGE BENTHAM

LAMENTO POR LA CAMISA DE SAM DALE

LAMENTO POR LA CUCHARITA DE SAMMY MCCOY

LAMENTO POR LA GENTE DE RAF SALINGER

LAMENTO POR LA HISTORIA DE CAB CALLOWAY

LAMENTO POR LA LLAMA DE ROY JOSEPH GALLY

 


LAMENTO POR LA MANO DE ARTHUR DONOVAN

LAMENTO POR LA MUERTE DE PARSIFAL HOOLIG

LAMENTO POR LA NIÑA BLANCA DE JOHNNY PETSUM

LAMENTO POR LA NUCA DE TOM STEWARD

LAMENTO POR LA TÓRTOLA DE BUTCH BUTCHANAM

LAMENTO POR LA TRIPA DE HELEN CARMODY

LAMENTO POR LAS AGUAS DE BIGART SAMPLE

LAMENTO POR LAS FLORES DE DAVID BURNHAM

LAMENTO POR LAS MANOS DE ASTOR FREDERICK

LAMENTO POR LAS YERBAS DE JACK HAMMERSTEIN

LAMENTO POR LOS ALELÍES DE OST MALONEY

LAMENTO POR LOS IDIOTAS DE WARREN S.W. CORMORAN

LAMENTO POR LOS OJOS DE VERNON VRIES

LAMENTO POR LOS PIES DE ANDREW SINCLAIR

LAMENTO POR LOS PIES DE CARMICHAEL O’SHAUGHNESSY

LAMENTO POR LOS QUE ENVIDIARON A DAVID CASSIDY

 

Como somos incondicionales de «Los poemas de Sidney West», hemos colgado los títulos, que ya dan mucho de sí.


Los entendidos vienen a decir que Los poemas de Sidney West son un
cruce, el gran cruce en la poesía de Gelman.

Conviene escuchar -una sola vez y olvidar enseguida lo que hayan dicho-
a los eruditos, a los estudiosos de la obra de Gelman: no para aprender o entender algo de su poesía, sino para  saber algo de nosotros.

 



gotán

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté,
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.


mujeres

decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito
debía tener unas 12397 mujeres en su mujer /
era difícil saber con quién trataba uno
en ese pueblo de mujeres / ejemplo:
yacíamos en un lecho de amor /
ella era un alba de algas fosforescentes /
cuando la fui a abrazar
se convirtió en singapur llena de perros que aullaban / recuerdo
 –
cuando se apareció envuelta en rosas de aghadir /
parecía una constelación en la tierra /
parecía que la cruz del sur había bajado a la tierra /
esa mujer brillaba como la luna de su voz derecha /como el sol que se ponía en su voz  /
en las rosas estaban escritos todos los nombres de esa mujer menos uno /
y cuando se dio vuelta / su nuca era el plan económico /
tenía miles de cifras y la balanza de muertes favorables a la dictadura militar /
 
nunca sabía uno adónde iba a parar esa mujer /
yo estaba ligeramente desconcertado / una noche
le golpié el hombro para ver con quién era
y vi en sus ojos desiertos un camello / a veces
 
esa mujer era la banda municipal de mi pueblo
tocaba dulces valses hasta que el trombón empezaba a desafinar /
y los demás desafinaban con él /
esa mujer tenía la memoria desafinadausté podía amarla hasta el delirio /
hacerle crecer días del sexo tembloroso /
hacerla volar como pajarito de sábana /
al día siguiente se despertaba hablando de malevíç /la memoria le andaba como un reloj
con rabia
a las tres de la tarde se acordaba del mulo
que le pateó la infancia una noche del ser
ellaba mucho esa mujer y era una banda municipal / 
 
la devoraron todos los fantasmas que pudo
alimentar con sus miles de mujeres  /
y era una banda municipal desafinada
yéndose por las sombras de la placita de mi pueblo /yo compañeros una noche como ésta
que
nos empapan los rostros que a lo mejor morimos /
monté en el camellito que esperaba en sus ojos
y me fui de las costas tibias de esa mujer /
 
callado como un niño bajo los gordos buitres
que me comen de todo / menos el pensamiento
de cuando ella se unía como un ramo
de dulzura y lo tiraba en la tarde /



arte poética 

Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,

como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del, alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.

A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.


[en Velorio del solo, 1961]

: Solo de ti, lleno de ti, esta tarde a las 7, el ciudadano de tu ausencia se palpaba la cara, la voz, los papelitos, de veras comprobando que tus ruidos andaban por sus huesos y en general que te habías ido. Golpeó puertas, teléfonos. La gran ciudad estaba equivocada  sin tu pelo, señora, y él sentía tirones detrás del corazón. A lo mejor era el tabaco, de todos modos yo soy otro: un pedazo de ti, alguien a quien castigan puertas, ruidos, teléfonos, y, andá a saber por qué, toda la parentela de la muerte.



en la fecha


Solo de ti, lleno de ti,

esta tarde a las 7,

el ciudadano de tu ausencia

se palpaba la cara, la voz, los papelitos,

de veras comprobando

que tus ruidos andaban por sus huesos

y en general que te habías ido.

Golpeó puertas, teléfonos.

La gran ciudad estaba equivocada sin tu pelo,

señora y él sentía tirones detrás del corazón.

A lo mejor era el tabaco,

de todos modos yo soy otro:

un pedazo de ti,

alguien a quien castigan puertas, ruidos,

teléfonos,

y, andá a saber por qué,

toda la parentela de la muerte.


 



un día vi el mapa en amarillo de mi país

un día vi el mapa en amarillo de mi país

fue de pronto y pensé que rara la palabra amarillo

era un día de otoño muy perfecto lleno de vidas

de temblores /yo /ví que mi país flotaba sobre el

Atlántico /nosotros flotábamos con él/ sentí una

especie de miedo o de amor o dolor/

pensé ante el mapa amarillo de mi país

que todos flotábamos al sur/ al centro/ al norte

de manera que soñé con tu amor oscura mía

paz mejor dicho/ el otoño empezaba

mi país flotaba sobre el mar el océano grande

palabras raras… raras.




a la pintura

Dénise trabaja en el Musée du Louvre buffet del

…………………..ler. piso,

entre mesas o ingleses ella conduce su cuerpo con

………………….toda decisión,

su culo es más sonoro que los mundos de Rubens

y se parece a la esquina de las palomas de l’Avenue

………………….des Champs Elysées.

Todo el día todo el día moviéndose moviéndose

suelta especie de pájaros que revolotean a su alrededor

y la describen en el aire saludando al gran pueblo

……………antes de regresar dulcemente a su carne.

Dénise trabajaba y nunca había visto a la Gioconda

…………………..pero su cuarto en Poissonniére

era un país siempre dispuesto para el amor,

cada noche su oleaje golpeaba las ventanas.

Cuando abrazaba al hombre miraba hacia la

       ………………………………………………………………………………………puerta

como si la ternura fuese a entrar de repente,

a veces se le volaban pájaros oscuros

como una tristeza después de haber amado.




ahora

ahora miguel ángel cruza la noche del país

va en un caballito de fuego /

se le caen palabras que tiemblan como el sur

tira balazos de esperanza

¿es verdad que te hicieron pedazos en la tortura militar?

¿te caíste a pedacitos? / ¿y qué

crece de cada pedacito tuyo? / ¿acaso otro ángel / miguel?

¿los demás? / ¿un vagabundo? / ¿una triste? /

¿un viejo sentimiento inmortal? / ¿santa teresa

la obrera / que montaba un caballo de fuego para vivir cada vez? /

¿cómo el olor de tu alma?

pedazos de la amadora escaparon a las uñas del tiempo

pregunto estas cosas para saber cómo me va

envuelto estás en pólvora y horrores

tus poemas cruzan la noche del país

tu ternura trabaja / obrera / delicada

andás por plazas y por calles con la memoria en la mano

llega la luz del alba torpemente

aquí ninguno da perdón /

te deshacés / miguel /juntando cielo

pero me acuerdo de cuando vas a volver

pegado a tu destino como una roca /

limpiándole la muerte a cada noche /

montado en un caballito de fuego




final

Ha muerto un hombre y están juntando su sangre

en cucharitas,

querido juan, has muerto finalmente.

De nada te valieron tus pedazos

mojados en ternura.

Cómo ha sido posible

que te fueras por un agujerito

y nadie haya ponido

el dedo para que te quedaras.

Se habrá comido toda la rabia del mundo

por antes de morir

y después se quedaba triste triste

apoyado en sus huesos.

Ya te abajaron, hermanito,

la tierra está temblando de ti.

Vigilemos a ver dónde brotan sus manos

empujadas por su rabia inmortal.




lamento por el furor de roy hennigan

“¿cómo serán los japoneses?” preguntaba roy hennigan

“¿dónde andarán? ¿porqué cielos? ¿cómo cavan

su marcha hacia el fulgor?” preguntaba acostándose

en las tardes feroces de Ohio

“con tanto ardor calor o fuego eterno” decía

“¿cómo resulta frío este furor? ¿cómo es pedazo no obstante?”

preguntaba roy hennigan seco

o arrugado a medida de la noche

o encendido de duro palor

del mundo en la gran ciega de las últimas

“¿cómo es que pujan mis contrarias?

¿quién las agita o mueve?” preguntaba roy hennigan puro

“¿quién aquí sangra? ¿yo?” decía roy hennigan

“¿quién pega o peca o perra de mi estar?

¿con qué resisten estas partes?”

ya preguntaba en bestia dado

con la mirada recorrió sus llagas

y las llagas mundiales cubrió

apenas pez en claro vivo

¡ah rey roy hennigan a poco!

de su morir estallaron las huelgas

del sertimiento de los pieses mentales

y así roy hennigan calló

y nunca nadie lo lloró

“mejor mejor” decía roy hennigan

“háganme caso niños” decía yéndose

en ala en cúmplase emplumado

pero con luz qué cosa vea




lluvia

hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor/
una carta a la mujer que vive con él
y le cocina y le lava la ropa y hace el amor con él
y se parece a su sombra/
mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer/
entra a la casa por la ventana y no por la puerta/
por una puerta se entra a muchos sitios/
al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo/ pero no al mundo/
ni a una mujer/ni al alma/
es decir/a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así/
como hoy/que llueve mucho/
y me cuesta escribir la palabra amor/
porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa/
y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran/
y cuándo/y cómo/
pero el alma qué puede explicar/
por eso mi vecino tiene tormentas en la boca/
palabras que naufragan/
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó/
y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá/
como el silencio que hay entre dos rosas/
o como yo/que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia/
a la lluvia/
a mi corazón desterrado/


maría la sirvienta

Se llamaba María todo el tiempo de sus 17 años,
era capaz de tener alma y sonreír con pajaritos,
pero lo importante fue que en la valija le encontraron
un niño muerto de tres días envuelto en diarios
de la casa.

Qué manera era esa de pecar de pecar,
decían las señoras acostumbradas a la discreción
y en señal de horror levantaban las cejas
con un breve vuelo no desprovisto de encanto.

Los señores meditaron rápidamente sobre
los peligros de la prostitución o de la falta
de prostitución, rememoraban sus hazañas
con chirusas diversas y decían severos:
desdeluegoquerida.

En la comisaría fueron decentes con ella,
sólo la manosearon de sargento para arriba,
pero María se ocupaba de llorar,
los pajaritos se le despintaron bajo la lluvia
de lágrimas.

Había mucha gente desagradada con María
por su manera de empaquetar los resultados del
amor
y opinaban que la cárcel le devolvería la decencia
o por lo menos francamente la haría menos bruta.

Aquella noche las señoras y señores se perfumaban
con ardor
por el niño que decía la verdad,
por el niño que era puro,
por el que era tierno,
por el bueno,
en fin,
por todos los niños muertos que cargaban en las
valijas del alma
y empezaron a heder súbitamente
mientras la gran ciudad cerraba sus ventanas.



la vez que vi a Jiri Wolker


Entre un jueves y un viernes me parece,

en una calleja entre ambos

oscura, húmeda, con toses

cayendo sobre las piedras,

en la ventana había una flor

de color rojo entre miasmas

de humillaciones amontonadas,

mirando mirando mirando

el espectáculo del mundo,

crecía contra la miseria,

cada dolor golpeándola

la hacia temblar para otro aroma,

la flor se iba convirtiendo

en el color rojo de la flor

y cuando estalló se oyeron

ruidos de pobres de la tierra

puestos de pie bajo sus rostros

y entonces vi a Jiri Wolker,

su corazón desenvainado

girando por el aire como

todos los fuegos en la noche.




presencia del otoño

Debí decir te amo.
Pero estaba el otoño haciendo señas,
clavándome sus puertas en el alma.

Amada, tú, recíbelo.
Vete por él, transporta tu dulzura
por su dulzura madre.
Vete por él, por él, otoño duro,
otoño suave en quien reclino mi aire.

Vete por él, amada.
No soy yo él que te ama este minuto.
Es él en mí, su invento.
Un lento asesinato de ternura.




clic

había una vez un perro vertical un pájaro de alcohol
un suave tiro que sonaba detrás del espectáculo y
tristezas tristezas tu memoria como bestia animal
royéndome la panza tus besos opulentos
inventándome nombres todavía


 


   la victoria

En un libro de versos salpicado

por el amor, por la tristeza, por el mundo,

mis hijos dibujaron señoras amarillas,

elefantes que avanzan sobre paraguas rojos,

pájaros detenidos al borde de una página,

invadieron la muerte,

el gran camello azul descansa sobre la palabra ceniza,

una mejilla se desliza por la soledad de mis huesos,

el candor vence al desorden de la noche.

 

 

 

 

 BAJO LA LLUVIA AJENA
 (NOTAS AL PIE DE UNA DERROTA)
 

[ROMA, 1980]

  

Escribo sobre un tema que no le gusta a nadie.

Tampoco a mí.

Hay temas que no le gustan a nadie.

PO I-PO

 

La tierra es tierra, el barro es barro, y el

alfarero trabaja la tierra y el barro.

Así conoce la belleza de sus manos, que

son de tierra y barro.

PINGALA

 

 

I

 

 

 

Es difícil reconstruir lo que pasó, la verdad de la memoria lucha contra la memoria de la verdad.

Han pasado años, los muertos y los odios se amontonan, el exilio es una vaca que puede

dar leche envenenada, algunos parecen alimentarse así.

En la colonia exiliar argentina predomina la apatía política y de otro tipo.

Se trabaja o no, se estudia o no, se aprende el idioma del país en que se está o no, se reconstruye

la vida o no.

Las mujeres pasan como ríos, se las quiere o no, se las conserva o no.

La necesidad de autodestruirse y la necesidad de sobrevivir pelean entre sí como dos hermanos

vueltos locos.

Guardamos la ropita en el ropero, pero no hemos deshecho las valijas del alma.

Pasa el tiempo y la manera de negar el destino es negar el país donde se está, negar a su gente,

su idioma, rechazarlos como testigos concretos de una mutilación: la tierra nuestra está lejana,

qué saben estos gringos de sus voces, sus pájaros, sus duelos, sus tormentas.

Son muy distintos a nosotros. No se preocupan verdaderamente de nosotros. No sufren la injusticia

que nos pasó a nosotros.

Los más solidarios tienen como vergüenza por nosotros.

Es un problema de ellos, pero nos afecta a nosotros.

Como si el diálogo entre extranjeros sobre algo aparentemente comprensible —el dolor de los unos—

viniera envuelto por parte de los otros en pudores, candores, paternalismos, usos.

No nos vamos a poner de acuerdo nunca.

Y seremos muchas veces injustos, tomando la humildad por soberbia, la reserva por falta de

compromiso, la voluntad de no herir por la voluntad de no saber.

Así estamos de enfermos.

Buscaremos compromisos con el Museo del Prado, con Santa María Maggiore, la Place de la

Contre-scarpe, el Paseo de la Reforma, las escaleras mecánicas de Caracas, el Hyde Park de Londres.

Son compromisos de idiota y duran una idiotez.

La maravilla pasa, el dolor queda.

Como el fuego del alma, queda.

Queda.

¿Acaso el cielo no es el mismo? El cielo no es el mismo. ¿Dónde estará la Cruz del Sur sino en el sur?

¿No es el mismo sol? No: ¿acaso ilumina a Buenos Aires?

Lo hace horas después, cuando yo ya no estoy.

Color de cielo otro, lluvia ajena, luz que mi infancia no conoce.

Las voces del rocío se parecen a las voces del rocío.

Una pequeña lengua lame y las diferencia, las distancia. Mi rocío del sur o cabellera o cristalina

madrugada sobre los pechos del combate.

No rocía lo mismo sobre el Mercado Común Europeo, el más común de los mercados.

Todos los hombres son humanos y lo que cabe en mí debería caber en los demás.

Y viceversa, porque todos los hombres son humanos. Quepámosnos, humanos.

Que quepa en mí el extraño mundo alrededor, sus egoísmos justificados, su decencia a parquímetro,

su honradez de consumo, su fino individualismo brutal, su amor triste, la suciedad de sus higienes.

Apenas tengo de ofrecerle los rayos de luz que iluminaban el combate por la dicha, las generosidades

de la muerte, es decir, de la vida, los estallidos de la dicha, esta derrota por ahora.

Revolvamos la tierra con las manitas juntas.

A lo mejor crece una planta de dos rostros, que necesita agua de los dos, y mira dos distancias

a partir de la misma soledad. Así estaremos juntos, verdaderamente.

 


lamento por el ciruelo de cab cunningham 


cab cunningham tenía cincuenta años y un ciruelo
cuando descubrió la maldad
los ojos se le pusieron verdes la boca gris y azul alternativamente
daba señales como al empezar el día

eso no es todo:
del vientre le empezaron a subir vientos que lo hacían volar
y girar alrededor del planeta y de su casa
como un alma maldita o en pena que trabajara a todo tren

¡oh! cab cunningham no se hacía ninguna ilusión
con lágrimas secas regaba el ciruelo
que florecía de espaldas al asunto
peleando con los pájaros que lo venían a romper

eso daba música que cab cunningham escuchaba a la tarde a modo de consuelo
entre ciruelo y pájaros había una especie de tratado o misión
y prolongaban temores ruidos
miedos luchas elecciones furias

“¡oh cab!” solía decir cab
“he aquí que las casualidades que organizan tu cuerpo
son como los monos santos de Panini
caprichosos y verdaderos tristes”

decía cab cunningham y más
“oh carbono y nitrógeno detenidos por mí” decía
“¿oro serán ahora que termine? ¿adónde irán ustedes huesos
o carne sangre ojo perfil dientes que era?”

nunca se supo adónde fueron o
qué fue de la congoja de cab cunningham los viernes por la tarde
cuando era hermoso y parecía encenderse
bajo el cielo imparcial

pero se supo lo siguiente:
toda la biología atada por cab cunningham
crepitó libre cuando murió
y áhi el ciruelo se detuvo
nunca más trabajó con los pájaros
nunca más hizo ruido, ciruelito


–