algunos premios pulitzer
pulitzer
charles simic: pulitzer 1990: the world doesn’t end. n. 1938
único libro de poemas en prosa que ha ganado el pulitzer
1990
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El tiempo de los poetas menores se acerca.
Adios Whitman, Dickinson, Frost.
Bienvenidos ustedes cuya fama nunca llegará más allá de su familia más cercana y tal vez uno o dos buenos amigos reunidos después de la cena alrededor de una jarra de feroz vino tinto… mientras los niños se mueren de sueño y se quejan por el ruido que estás haciendo mientras hurgas en los armarios buscando tus viejos poemas, temeroso de que tu esposa los pueda haber tirado con la última limpieza de primavera.
Está nevando, dice alguien que ha echado un vistazo a la oscura noche, y entonces también él se vuelve hacia ti mientras te preparas para leer, de un modo un tanto melodramático y poniéndote rojo, el largo y divagante poema de amor cuya estrofa final (desconocida para ti) está perdida sin esperanza.
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poema del libro premiado, parte III
traducción de andrea muriel
mona van duyn: pulitzer 1991: near changes.
n. 1921
de 1992 a 1993 fue Poeta Laureada, la primera mujer en conseguir dicho reconocimiento.
1991
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cambios cercanos
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del “The Year’s Top Trivia,”
Sandford Teller, Information Please Almanac, 1979
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“Bob Holt, un hombre de 20 años de Seattle,
iba caminando tranquilamente hacia el centro,
disfrazado como un ánade real,
cuando fue —sin razón aparente—
atacado por un fortachón, de-6-pies-de-altura,
y barbado extraño.
El perpetrador lo hizo girar de un ala,
le arrancó su pico de pato,
le pegó con él en la cabeza,
y corrió lejos.
Holt, que iba disfrazado como un pato
para promocionar una estación de radio,
no se podía explicar el incidente.
Le dijo a la policía,
‘No hablé con él,
no batí mis alas
ni hice algo parecido.’ ”
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¿Esto es una dato curioso, después de todo,
o una historia profunda?
Los dioses solían hacer esto,
a los mortales y a ellos mismos,
a veces por misericordia,
a veces por un poder ciego y despiadado;
pero el resto de nosotros solamente lo anhela en raras ocasiones
de nuestras inalterables vidas para darle un sentido,
de cómo se sentiría ser toro o cisne,
o una araña obsesivamente tejedora o incluso
ser el podado y saqueado
árbol de la bahía,
porque “Salir de sí mismo…,” dice Vargas Llosa,
“es una manera… de experimentar
los riesgos de la libertad”.
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Con la ayuda de plumas de papel
abastecidas por una estación de radio local,
amoldándose a su nuevo estado,
llegando a tener una cabeza verde, un pecho rojizo,
con un vistoso anillo blanco en el cuello y un pico amarillo,
caminando silenciosamente,
un hombre de Seattle empezó a convertirse aviario
en una calle del centro,
aunque la metamorfosis fue completada a medias
ya que él no podía decir más tarde,
“No le grazné”,
pero les pudo decir a los detectives, “No moví mis alas
ni hice algo parecido.”
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¿Y el extraño barbado?
Profético como Leda, él sintió la presencia
que para los demás no era evidente,
y sólo estaba protegiendo su nido,
el tabique y el concreto de Sears y las estaciones de servicio
donde el brazo que termina en cuatro dedos
y un pulgar oponible
al toque de un botón
calienta y enfría la piel vulnerable
y al cerebro en su querida caja de labios vaciándose de lenguaje
e ilumina los ocultamientos del espacio
y atrae la cadencia de los autos
y a Beethoven para cubrir
la silenciosa rotación del mundo,
cuyo botón está más allá de su alcance,
a no ser que de regreso al nido, con un toque alado
de la imaginación humana,
se transformen antiguas creencias
–quizas por misericordia,
quizas por ciega inclemencia–
en las vastas y silenciosas aguas,
por cuya costa de juncos
Bob Holt estaba bordeando para aterrizar,
sin batir sus alas.
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poema del libro premiado
traducción de david ruano gonzález
james tate: pulitzer 1992: selected poems. n. 1943
el libro fue merecedor asimismo del William Carlos Williams Award
1992
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por qué no voy a salir de la cama
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Mis músculos se desenredan
como carretes de cinta:
no hay una sombra
de dolor. Permaneceré
así por el resto
de la tarde,
por lo que resta
de todos los mediodías. La lluvia
está haciendo un valle
de mis rasgos débiles.
Estoy en Albania.
estoy en el Rin.
Es otoño,
huelo la lluvia,
veo niños que corren
atravesando las colombinas.
Soy miel,
soy varios vientos.
Mis nervios se disuelven,
mis miembros se marchitan-
no te amo.
No te amo.
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poema del libro premiado
traducción de david ruano gonzález
louise glück: pulitzer 1993: the wild iris. n. 1943
1993
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vísperas
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Sé lo que planeabas, lo que querías hacer, al enseñarme
a amar el mundo: hacer imposible
que me alejara completamente, para rechazarlo completamente y para siempre–
está en todas partes; cuando cierro los ojos,
el canto de las aves, el perfume de las lilas a principios de la primavera, el perfume de las rosas veraniegas:
tenías la intención de llevarte lejos, cada flor, cada conexión con la tierra–
por qué querrías herirme, por qué querrías verme
desolada al final, a menos que me quisieras hambrienta de esperanza
y así me negaría a ver que finalmente
nada fue dejado para mí, y creería que en su lugar
al final tú fuiste dejado para mí.
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poema del libro premiado
traducción de david ruano gonzález
yusef komunyakaa: premio pulitzer de poesía 1994 con el libro Neon Vernacular. New and Selected Poems. n. 1947
1994
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nunca sabemos
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Se tambaleó por un momento
entre la hierba alta, como si estuviese bailando
con una mujer. Nuestros cañones
se pusieron al rojo vivo.
Cuando me acerqué,
un halo azul de moscas volaba sobre él.
Cogí de sus dedos
la foto deteriorada.
No hay otra manera
de decirlo: Me enamoré.
La mañana empezaba a clarear, menos para un mortero lejano
y para algunos helicópteros que despegaban en alguna parte.
Le metí la cartera en el bolsillo
y le di la vuelta para que no siguiera
besando el suelo.
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el poema es del libro Dien Can Dau recientemente publicado en España
el poema es del libro Dien Can Dau recientemente publicado en España
traducción de Juan José Vélez
philip levine: pulitzer 1995: The Simple Truth
n. 1928
1995
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la simple verdad
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Compré dólar y medio de pequeñas papas rojas,
las llevé a casa, las puse a hervir en su cáscara
y me las comí en la cena con un poco de mantequilla y sal.
Luego caminé por los campos secos
a las orillas del pueblo. A mediados de junio la luz
colgaba de los oscuros surcos a mis pies,
y en los robles de la parte alta de las montañas los pájaros
se reunían por la noche, los cuervos y los ruiseñores
graznaban por todos lados, los pinzones aún se movían rápidamente
por la luz polvorienta. La mujer que me vendió
las papas era de Polonia; ella era una persona
que surgía de mi infancia con un suéter de lentejuelas rosas y unos lentes de sol
alabando la perfección de todas sus frutas y verduras
desde su puesto de carretera y me insistía en probar
incluso las pálidas, fresco maíz dulce transportado en camiones,
juraba ella, desde Nueva Jersey. “Come, come,” decía,
“Incluso si no lo haces diré que lo hiciste”.
Algunas cosas
las sabes toda tu vida. Son tan simples y verdaderas
que deben ser dichas sin elegancia, metro o rima,
deben ser puestas en la mesa junto al salero,
al vaso de agua, a la ausencia de luz captada
en las sombras de los portarretratos, deben estar
desnudas y solas, deben sostenerse por sí mismas.
Mi amigo Henri y yo llegamos juntos a esto en 1965
antes de que yo me fuera lejos, antes de que él empezara a matarse a sí mismo,
y los dos traicionáramos nuestro cariño. ¿Puedes saborear
lo que te estoy diciendo? Son cebollas o papas, una pizca
de simple sal, la riqueza de la mantequilla derritiéndose, es obvio,
permanece en tu garganta como una verdad
que nunca dirás porque el tiempo siempre es el equivocado,
permanecerá ahí por el resto de tu vida, sin decirse,
fabricada de esa suciedad que llamamos tierra, el metal que llamamos sal,
en una forma para la que no tenemos palabras, y tú vives en ello.
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poema del libro premiado
traducción de david ruano gonzález
jorie graham: pulitzer 1996:
The Dream of the Unified Field: Selected Poems 1974-1992. n. 1950
1996
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sin título
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En la ciudad que aparentemente nunca existió,
en donde el héroe muere y muere en vano,
en donde de repente parece que uno no es uno mismo
(y tú, quién eres y ¿estás ahí?)
me encontré conmigo en la ventana al fin,
el cuarto de adentro oscuro, haciéndose tarde,
el _________ de afuera oscuro, haciéndose tarde.
Me encontré a mí misma recargada en el cristal, el cuerpo debajo de mí, desnudo,
y la tardanza no tan diferente de la sombra a mi alrededor,
y nada verdadero, nada se distrajo con formas alrededor de mí.
Afuera, luces intermitentes, profunda oscuridad.
Una empresa sin luna compuesta por torres que no están ahí a simple vista.
Compuesta por fuentes, sí pero invisibles, ¿no?
Y de que hablamos en la muerte de__________ hace tiempo.
Y de hace tiempo.
Y de las fuentes también, ¿no? ¿No puede ser eso verdad?–
¿Te parece a ti, también, extraño, que algo murió?
¿Algo que podríamos haber llamado el gran ser ahí de la existencia,
el gigante,
aquel que era una idea equivocada pero era,
el final de la unidad como una gacela que pudiera volar dentro de ella?
Mira aquí cómo se recuesta tranquilo él no triunfó,
sus hijos los puntos de vista están muertos, ellos vienen y se van,
¿ya te olvidaste?
Y que la nieve no deberá venir a marchitarlo pronto.
Puedes sentirlos en tu piel también ahora,
la capa de tardanza y la capa de prisa,
y el recubrimiento de miedo,
y el recubrimiento de el teatro está vacío ahora, querida, no deberíamos ir,
(y luego incluso las voces perdidas),
y diferencia manteniendo el lugar en su lugar.
Recargada en la ventana en la oscuridad
cerrando mis ojos para ver aquella oscuridad,
abriendo y cerrándolos para sentirlos rozar uno contra el otro aquí adentro ahora, (sólo aquí),
la oscuridad apagada, la oscuridad abierta–
y en medio el ___________ en donde la desconfianza del significado
comienza, el succionar de proporción,
donde su voz se hace estrecha ahora para indicar el acercamiento
al final del
enunciado,
y la delgada pena llamada sinceridad nace,
y entonces la ciudad que aparentemente nunca existió,
el querer-haber-estado-realmente-ahí, de pie,
completamente de pie,
y algo más (ese algo más) comenzando a acumularse de nuevo (todo
redondo) (debajo) silbando agáchate agáchate Oh miserable esposa,
¿acaso no reconoces tu amor?
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