poesía vertical

roberto juarroz

«Sin el misterio, todo sería poco, tal vez

nada. Y creador del misterio es el poeta, pero

el poeta como Roberto Juarroz, uno de los

mayores poetas de nuestro tiempo.

Es difícil elogiar a quien merece más que elogios.

Para el creador nunca hay nada por hacer.

Pero lo que el creador hace es la pruebde

que había algo por hacer.

En estos poemas cualquier palabra podría

ser la última, hasta la primera. Y sin embargo

lo último sigue.»

Antonio Porchia

A pesar de lo que diga Porchia, que fue su maestro, Roberto Juarroz no se cuenta entre los mayores poetas de nuestro tiempo, lo que importa poco.
Sin embargo añade que el poeta -un poeta como Juarroz- es el creador del misterio, y no estamos de acuerdo con él. 

Se aprecia bien en (casi) cualquiera de los poemas de Juarroz. 

Lo cierto es que la mayoría de ellos no nos alcanzan: su método para escribir un poema consiste en formular, en proponer una sentencia -que suele ser de uno o dos versos- que es inmediatamente cuestionada por el verso o los versos que siguen. 

A veces, el contraste entre la formulación inicial y los versos que enseguida la ponen en duda, es fuerte, llamativo, y nos choca, nos pone entre el asombro y la perplejidad al formular algo que nunca habíamos pensado en los términos en que él lo dice. 

 

Para encontrar el primer poema que hemos transcrito aquí,
hemos tenido que leer unos cuarenta o cincuenta que hemos desechado. 

¿Qué buscábamos encontrar para que el poema fuera aceptable?
Nuestro grado de exigencia con los poemas no ha sido alto: no es que
estuviéramos buscando uno de los mejores para inaugurar la página.

Todos los desechados, decenas de ellos, tenían algo así como
la marca del método Juarroz; en general, no es necesario acabar
de leerlos para sentir la marca, el estigma Juarroz, que con
frecuencia se hace claro en los primeros versos.
– 

el que hemos elegido [sin mucha convicción] dice: 

Trazar una circunferencia

e introducirse en ella.

Tal vez se pueda desde allí

ver todas las cosas

a la misma distancia.

XIV · 29

Por ejemplo, uno de los desechados es el XIV · 6

 

XIV · 6

Tal vez la vida sea una copia

de un proceso que se cumple en otra parte.

Tal vez vivamos sólo en un espejo

o en la tibia granulación de una pantalla.

Tal vez haya otras copias.

Tal vez la vida sea tan sólo

la copia de una copia.

¿Y qué le pasa al XIV · 6 para no ser aceptable?

Se trata de la marca del método Juarroz, que comienza: tal vez.

Sabemos -por leer a Juarroz- que un tal vez abre una posibilidad 
e inmediatamente viene un supuesto, va a hacernos una oferta:
escribe, en efecto: tal vez la vida sea una copia.

En el segundo verso aprovecha para abrir una segunda posibilidad:
una copia que se cumple en otra parte. 

Ya sabemos -es la marca de su método- que en los siguientes versos nos ofrecerá variaciones que corregirán o aumentarán o disminuirán esas propuestas iniciales: se tratará de variaciones más o menos exageradas,  incluso absurdas, que buscarán nuestro asombro y perplejidad.
Y sabemos asimismo que concluirá con la mas rebuscada de las [im]posibilidades, que seguramente dejará abierta como un duda sin respuesta. 

Veamos el comienzo de los poemas siguientes al que hemos escogido, que es el 29, es decir: el 30:

 

Un viaje se vuelca a veces hacia adentro

y recupera allí todos los viajes

que dibujó el pasado

y también los que nunca se hicieron.

En el primer verso:

Un viaje se vuelca a veces

y en el cuarto verso introduce la segunda (im)posibilidad: 

y también los que nunca se hicieron.

sigamos con el 31: 

A veces no hay allí,

no tenemos dónde poner las cosas

ni tampoco dónde poder olvidarlas.

A veces no hay allí,

ni tampoco dónde olvidarlas.

en el poema 32 una ligera variante del mismo método:

Hay seres que tienen siempre la misma edad.

¿O no tienen ninguna?

Algo que no sigue el ritmo tenebroso del tiempo

permanece en ellos como una estación al margen.

Hay seres que tienen siempre la misma edad.

¿O tal vez ninguna?

Algo que no es edad,

como una estación al margen.

 

Pero, naturalmente, no se trata de acabar con Juarroz antes de haber empezado con él. Solo pretendemos hacer patente un acusado rasgo de muchos de sus poemas que -según nuestro criterio- no favorece a su poesía, ya que la lectura se hace monótona y se acaba, al poco tiempo, saltando de un poema
a otro en busca de aquel que -por el motivo que sea- ha
escapado al método Juarroz, tan aburrido y previsible. 

Los poemas que vienen a continuación se salvan del método. 

En definitiva, todos [todos] los poetas tienen sólo una cantidad relativamente pequeña de poemas buenos o mejores o
excelentes; el resto son pasables, poemas escritos con el oficio
o con el oído. 

Solamente que, con Juarroz, esta diferencia entre los poemas buenos y los menos buenos menos es muy acusada.

XIV · 50

Palabras rotas.

Juntaremos sus fragmentos

como si fueran los trozos de un vaso,

para salvar la flor

que tardaba a marchitarse en él.

Hasta que ya no sea distinto

el vaso y la flor.

Hasta que se marchiten juntos.

Hasta que marchitarse

sea otra forma de florecer.

XIV · 65

Ya todo es demasiado.

Vivir es demasiado.

Morir, sufrir, amar, pensar

son demasiado.

Uno también es demasiado.

Deberíamos ser menos que uno,

para que esta rara pesadilla de ser

no tuviera casi en qué encarnarse.

Pero aún menos que uno es demasiado

cuando hay que bloquear

las variables maniobras

de este ejercicio azul y cruel de lo infinito.

XIV · 72

Siempre nos salva el no saber,

aquello que burla nuestras redes,

la rosa que por su cuenta se fuga del rosal,

la figura que huyó de la fotografía,

el beso que no pudimos dar a nadie.

El no saber no es un desconocimiento.

El no saber es un refugio,

el asilo del conocimiento que no tiene referencia,

el conocimiento que no es la noticia de algo

sino tan sólo una noticia del ser.


roberto
juarroz

SÉPTIMA poesía vertical

1982

VII : 88

tomo 1

1ª ed.

Buenos Aires

Emecé Editores 2005

520 p. ; 24×16 cm.

 

    

¿Cómo raspar lo negro,

el sabor de lo negro,

el sonido de lo negro,

la negrura de lo negro?

¿Cómo rallar lo negro,

su alimento, su masa,

hasta hacer penetrar en su intersticio

el condimento de lo blanco?

¿Cómo inundar lo negro

con una visión capaz de caminarlo

y de hallar en su fondo

algo más que la huella de la muerte?

¿Cómo encontrar en lo negro otros colores,

negro azul, negro rojo, negro amor, negro suicida,

o simplemente desmigar en su entraña

el color de la vida del hombre?

 

 

 

Perdóneme que haya tardado tanto en contestarle, pero no hace mucho que volví a París

después de unos meses de trabajo en Viena. Hace tiempo que quería decirle que la revista

me es muy preciosa en la medida en que puede hacerme oír desde tan lejos las voces nuevas

y jóvenes de la argentina. Pero ahora le escribo por otra razón más imperiosa: acabo de terminar

la lectura de Segunda poesía vertical y estoy todavía maravillado, sin dar ese paso atrás que

inevitablemente damos después que un poeta nos ha hecho avanzar un poco más hacia la gran

verdad de su mundo, del mundo.

Sus poemas me parecen de lo más alto y lo más hondo (lo uno por lo otro, claro) que se ha escrito

en español en estos años.

Todo el tiempo he tenido la sensación de que usted logra asomarse a lo que busca con esa visión

totalmente libre de impurezas (verbales, dialécticas, históricas) que en el alba de nuestro mundo

tuvieron los poetas presocráticos, esos que los profesores llaman filósofos: Parménides, Tales,

Anaxágoras, Heráclito. A usted (y a ellos) le basta mirar en torno para que toda visión prosaica

caiga en pedazos ante ese apoderamiento total del ser por la poesía.

He leído en alta voz los poemas que más entiendo (otros se me escapan o me reclaman una

interpretación, que es quizás un autoconsuelo por no poder intuirlos de una sola vez), y en cada

caso se ha repetido esa sensación prodigiosa de extrañamiento, de rapto, de acceso.

Julio Cortázar

Carta a Roberto Juarroz

 

El ojo traza en el techo blanco

una pequeña raya negra.

El techo asume la ilusión del ojo

y se vuelve negro.

La raya se borra entonces

y el ojo se cierra.

Así nace la soledad.

V, 11

XII.3

Periódicamente

es necesario pasar lista a las cosas,

comprobar otra vez su presencia.

Hay que saber

si todavía están allí los árboles,

si los pájaros y las flores

continúan su torneo inverosímil,

si las claridades escondidas

siguen suministrando la raíz de la luz,

si los vecinos del hombre

se acuerdan aún del hombre,

si dios ha cedido

su espacio a un reemplazante,

si tu nombre es tu nombre

o es ya el mío,

si el hombre completó su aprendizaje

de verse desde afuera.

Y al pasar lista

es preciso evitar un engaño:

ninguna cosa puede nombrar a otra.

Nada debe reemplazar a lo ausente.


II . 52

Si alguien,

cayendo de sí mismo en sí mismo,

manotea para sostenerse de sí

y encuentra entre él y él

una puerta que lleva a otra parte,

feliz de él y de él,

pues ha encontrado su borrador más antiguo,

la primera copia.

.

 

 

roberto juarroz

 

primera

POESÍA

VERTICAL

1958

 

 

poesía vertical

tomo 1 – 1″ ed.

Buenos Aires

Emecé Editores

2005

 

I : 21

 

 

 

No es lo mismo una sonrisa,

sola,

de noche,

encerrada en una casa,

que esta sonrisa tuya o mía,

ya ácida de nada.

 

 

Y sin embargo

las dos están atadas,

son una sola boca

en dos caras

o tal vez dos bocas

en una sola cara.

 

 –

roberto juarroz

 

poesía vertical

 

tomo 1

1ª ed.

Buenos Aires
Emecé Editores
2005

TERCERA

POESÍA
VERTICAL 
[1965]

LO UNO

Y LO OTRO

I

POEMAS
DE OTREDAD

 

 

III : I: 15

 

 

Nos quedamos a veces detenidos

en medio de una calle,

de una palabra

o de un beso,

con los ojos inmóviles

como dos largos vasos de agua solitaria,

con la vida inmóvil

y las manos quietas entre un gesto y el que hubiera seguido,

como si no estuvieran ya en ninguna parte.

Nuestros recuerdos son entonces de otro,

a quien apenas recordamos.

Es como si prestásemos la vida por un rato,

sin la seguridad de que nos va a ser devuelta

y sin que nadie nos la haya pedido,

pero sabiendo que es usada

para algo que nos concierne más que todo.

¿No será también la muerte un préstamo,

en medio de una calle,

de una palabra

o de un beso?

 

roberto juarroz

 

poesía vertical

1958

poesía vertical

tomo 1 – 1ª ed

Buenos Aires

Emecé Editores 2005

520 p. ; 24×16 cm.

 

I : 41

 

El corazón se para ciertas veces,

como un deforme animal triste

que ha adivinado la sonrisa

o como el aire nocturno

en el vidrio callado de una puerta

abrumadoramente vertical.

Y aquí o allí parado

el corazón comprende sus maneras,

su error de pez lejos del mar,

su tristeza de carne equivocada,

y entretanto,

la lividez anónima del mundo.

El corazón conoce entonces

su desierta pasión cuadriculada

y se va a rayar vidrios con latidos,

a borrar frases en la arena

y a hacer figuras en la muerte.

 

 

Ψ

 

 

roberto juarroz

NOVENA
POESÍA VERTICAL
1987

poesía vertical  

tomo 1

1ª ed.

Buenos Aires

Emecé Editores

2005

 

IX : 2

 

 

Traer el horizonte a nuestro lado

desplegarlo en la calle como una bandera,

incendiar con su cuerpo desnudo

el aire, el corazón y los rincones

y cerrar las ventanas para que no desaparezca.

Iniciar entonces su conversión,

hasta ponerlo firmemente de pie,

como un árbol o un amor desvelado.

Y cambiar el horizonte en vertical,

en una fina torre

que nos salve por lo menos la mirada,

hacia arriba o abajo.

 

 

↵↓↑


 

 

roberto juarroz

undécima poesía vertical

1988

IV : 35

 

tomo 2- 1ª ed.

Buenos Aires

Emecé Editores

2005

568 p. ; 24×16 cm.

   

Hay momentos en que es preciso renunciar al día.

Sólo la noche coincide con nuestra desorientación.

Los cables subrepticios de la luz

sólo sirven entonces para apresarnos.

La sombra no necesita cables ni pretextos.

Las señas de la oscuridad parecen signos fraternales.

El universo está solo,

pero nosotros estamos más solos.

No hay día que no se despeñe por dudosos conciliábulos.

La noche, en cambio, está del otro lado de la pérdida.

Y caer en la noche

es mucho más natural que caer en el día.

 

Õ


 

–    

–       

roberto juarroz

segunda
poesía
vertical
[1963]

– 

poesía vertical

tomo 1 – 1ª ed.

Buenos Aires

Emecé Editores

2005

520 p. ; 24×16 cm.

 

II : 23

– 

  

crear espacio en un extremo

es crearlo en todos

 

23

 

Una manada de animales casi invisibles,

los encuentros y los desencuentros,

nos pisotea el trigo mayor de esta espera,

nos corrompe los márgenes del tiempo,

nos decide un río donde pudo haber un mar.

A partir de cierta altura

los signos regresan.

Pero en la cálida guitarra de la vida

queda siempre una cuerda entera que no suena.

 

 

ΞĪΞ


roberto juarroz

SEGUNDA
POESÍA
VERTICAL
[1963]

poesía vertical

tomo 1 – 1ª ed.

Buenos Aires

Emecé Editores

2005

520 p. ; 24×16 cm.

 –

II : 21

crear espacio en un extremo

es crearlo en todos

 

21

 

 

 

Un vientre teñido de espuma

ha recogido los pedazos de la casa del mar.

Falta sólo el hondísimo pez de la primera ternura,

falta sólo la mirada que se volvió cabello

para entender al viento,

falta sólo la forma del contacto

del primer árbol con la primera luz.

Pero hay un líquido signo que une lo que falta,

como la línea que dibuja al mar en el mar.

 

Ī