12 poemas 12
roque dalton
pablo neruda
oliverio girondo
charles simic
marosa di giorgio
marcel proust
jorge riechmann
antonio gamoneda
jorge boccanera
emily dickinson
enrique lihn
gonzalo rojas
roque dalton
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roque dalton
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De La ventana en el rostro, 1962
En Roque Dalton, Antología
Cuadernos de la memoria
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por qué escribimos
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Uno hace versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.
Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan, hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.
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neruda

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entierro en el este
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Yo trabajo de noche, rodeado de ciudad,
de pescadores, de alfareros, de difuntos quemados
con azafrán y frutas, envueltos en muselina escarlata:
bajo mi balcón esos muertos terribles
pasan sonando cadenas y flautas de cobre,
estridentes y finas y lúgubres silban
entre el color de las pesadas flores envenenadas
y el grito de los cenicientos danzarines
y el creciente monótono de los tam-tam
y el humo de las maderas que arden y huelen.
Porque una vez doblado el camino, junto al turbio río,
sus corazones detenidos o iniciando un mayor movimiento,
rodarán quemados, con la pierna y el pie hechos fuego,
y la trémula ceniza caerá sobre el agua,
flotará como ramo de flores calcinadas
o como extinto fuego dejado por tan poderosos viajeros
que hicieron arder algo sobre las negras aguas, y devoraron
un alimento desaparecido y un licor extremo.
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Pablo Neruda
Entierro en el este
De Residencia en la tierra
Editorial Universitaria
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oliverio girondo
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Solo,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraría,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterías,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.
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Oliverio Girondo
Nocturnos, 9
Obra, Losada, 1996
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simic

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En un barrio que una vez se llamó “Hell’s Kitchen”
Donde un pordiosero juraba estar tocando el violín de Nerón
Mientras la ciudad ardía en el calor del verano;
Donde una barbera que se hacía llamar así misma Cleopatra
Blandía la tijera del destino sobre mi cabeza
Amenazando con cortarme las orejas y la nariz:
Donde un hombre y una mujer se echaron a caminar desnudos
En uno de los lados oscuros de la calle al amanecer.
–
Debo estar soñando, me decía a mí mismo.
Era como conocer una pareja de esfinges.
Esperaba que tuvieran alas, cuerpos de leones;
Él con su agreste pecho tatuado;
Ella con sus enormes tetas colgantes.
–
¡Ocurrió demasiado rápido, y hace demasiado tiempo!
–
¿Conoces esa hora justo antes de que el día rompa
Cuando uno anhela recostarse en sábanas frías
En un cuarto con las persianas bajadas?
La hora en que los hermosos suicidas
Que yacen extremo a extremo en la morgue
Se levantan y caminan hacia la primera luz.
–
Las cortinas de los hoteles baratos vuelan fuera de las ventanas
Como gaviotas, pero todo lo demás está tranquilo…
Vapores se alzan de las rejillas del Metro…
Cuerpos brillantes de sudor…
¡Locura, y bien podrías decir, Paraíso!
–
Charles Simic
Paraíso
Traducción de Frank Báez
Ping Pong, Revista de poesía, nº 5
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marosa di giorgio
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El sol era un disco redondo, plano, con esplendor, y en todo su entorno
una guirnalda de hierros breves, dorados, retorcidos. Parecía un espejo.
Y que se pudiera quitar y usar.
Lo saqué, lo agarré. No me costó nada. Estuve un rato indecisa.
Y luego lo puse en el tocador. Pero no me atreví a mirarme en él. Mi cara en el sol…
No era tan audaz. Como siempre, de todos los ámbitos, de todos los rumbos,
me llamaron; y no acudí.
Desde hace muchísimo tiempo estoy quieta cuidando al sol.
–
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Marosa di Giorgio
La flor de lis
El cuenco de plata / latinoamericana, 2004
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marcel proust
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Luego, una hora después de despertarse, mientras daba instrucciones
al peluquero, para que su peinado no se deshiciera con el traqueteo del tren,
se volvió a acordar de su sueño. Vio, tan cerca como los sentía antes,
el cutis pálido de Odette, las mejillas secas, las facciones descompuestas,
los ojos cansados, todo aquello que, en el curso de sucesivas ternuras,
que convirtieron su duradero amor a Odette en un largo olvido de la imagen
primera que de ella tuvo, había ido dejando de notar desde los primeros días
de sus relaciones, y cuya sensación exacta fue a buscar, sin duda, su memoria
mientras estaba durmiendo. Y con esa cazurrería intermitente que le volvía
en cuanto ya no se sentía desgraciado, y que rebajaba el nivel de su moralidad,
se dijo para sí:
–
–¡Cada vez que pienso que he malgastado los mejores años de mi vida,
que he deseado la muerte y he sentido el amor más grande de mi existencia,
todo por una mujer que no me gustaba, que no era mi tipo!
–
–
Marcel Proust
En busca del tiempo perdido
Por el camino de Swann
Un amor de Swann
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jorge riechmann
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Amar es descubrir en el otro lo sagrado: el paraíso,
el abismo, la cima, la noche, el espacio y el infierno.
La experiencia puede llegar a ser devastadora.
–
Yo sólo quise ser a veces, en mañanas concéntricas
y casi inabordables, el deslumbrado panadero de tu goce.
–
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Jorge Riechmann
Con tres guijarros
Amarte sin regreso
Hiperión, Madrid, 1995
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antonio gamoneda

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La belleza
nos proporciona dulces sueños; cunde
en el insomnio azul del hielo
y en la materia del relámpago.
–
En cales vivas, en
láminas abrasadas,
gira sin descanso; su
perfección es el vértigo.
–
La belleza no es
un lugar donde van
a parar los cobardes.
–
Viva en su luz
mi pensamiento. Quiero
morir en libertad.
–
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Antonio Gamoneda
De Sublevación inmóvil
Esta Luz. Poesía reunida. Círculo de lectores, 2004
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jorge boccanera
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No hay mucho que hacer en mi memoria.
Caminar una casa derribada a balazos,
atravesar arañas con palabras,
buscar viejos olores quemados por el viento.
–
Poco que hacer allí,
mear en los rincones para espantar las sombras,
correr donde no hay nadie.
–
¿Qué hacer en la memoria?
¿Descansar en un ruido?
¿Ponerse de rodillas ante un gran agujero?
–
–
Jorge Boccanera
El niño de la fotografía
Polvo para morder
Amargord, Madrid, 2008
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emily dickinson

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Cayeron como copos,
Cayeron como estrellas,
Como pétalos de una rosa
Cuando de pronto a través de junio
Un viento con dedos avanza.
–
Perecieron en el pasto desarraigado,
Nadie pudo hallar el lugar exacto
Pero Dios puede convocar cada cara
En su lista de abolidos.
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Emily Dickinson
Cayeron como copos
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enrique lihn
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Si se ha de escribir correctamente poesía
no basta con sentirse desfallecer en el jardín
bajo el peso concertado del alma o lo que fuere
y del célebre crepúsculo o lo que fuere.
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El corazón es pobre de vocabulario.
Su laberinto: un juego para atrasados mentales
en que da risa verlo moverse como un buey
un lector integral de novelas por entrega.
Desde el momento en que coge el violín
ni siquiera el Vals triste de Sibelius
permanece en la sala que se llena de tango.
Salvo las honrosas excepciones las poetisas uruguayas
todavía confunden la poesía con el baile
en una mórbida quinta de recreo,
o la confunden con el sexo o la confunden con la muerte.
–
Si se ha de escribir correctamente poesía
en cualquier caso hay que tomarlo con calma.
Lo primero de todo: sentarse y madurar.
El odio prematuro a la literatura
puede ser de utilidad para no pasar en el ejército
por maricón, pero el mismo Rimbaud
que probó que la odiaba fue un ratón de biblioteca,
y esa náusea gloriosa le vino de roerla.
Se juega al ajedrez
con las palabras hasta para aullar.
Equilibrio inestable de la tinta y la sangre
que debes mantener de un verso a otro
so pena de romperte los papeles del alma.
Muerte, locura y sueño son otras tantas piezas
de marfil y de cuerno o lo que fuere;
lo importante es moverlas en el jardín a cuadros
de manera que el peón que baila con la reina
no le perdone el menor paso en falso.
–
Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres
como si fueran claras y sencillas
las llenan simplemente de nuevos ornamentos.
No las expresan, giran en torno al diccionario,
inutilizan más y más el lenguaje,
las llaman por sus nombres y ellas responden por sus
nombres
pero se nos desnudan en los parajes oscuros.
–
Discursos, oraciones, juegos de sobremesa,
todas estas cositas por las que vamos tirando.
Si se ha de escribir correctamente poesía
no estaría de más bajar un poco el tono
sin adoptar por ello un silencio monolítico
ni decidirse por la murmuración.
–
Es un pez o algo así lo que esperamos pescar,
algo de vida, rápido, que se confunde con la sombra
y no la sombra misma ni el Leviatán entero.
Es algo que merezca recordarse
por alguna razón parecida a la nada
pero que no es la nada ni el Leviatán entero,
ni exactamente un zapato ni una dentadura postiza.
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Enrique Lihn
Si se ha de escribir correctamente poesía
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gonzalo rojas

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Tú llorarás a mares
tres negros días, ya pulverizada
por mi recuerdo, por mis ojos fijos
que te verán llorar detrás de las cortinas de tu alcoba,
sin inmutarse, como dos espinas,
porque la espina es la flor de la nada.
Y me estarás llorando sin saber por qué lloras,
sin saber quién se ha ido:
si eres tú, si soy yo, si el abismo es un beso.
–
Todo será de golpe
como tu llanto encima de mi cara vacía.
Correrás por las calles. Me mirarás sin verme
en la espalda de todos los varones que marchan al trabajo.
Entrarás en los cines para oírme en la sombra del murmullo. Abrirás
la mampara estridente: allí estarán las mesas esperando mi risa
tan ronca como el vaso de cerveza, servido y desolado.
–
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Gonzalo Rojas
Siempre el adiós
En ¿Qué se ama cuando se ama?
Metamorfosis de lo mismo (1998)
Gonzalo Rojas. Obra poética completa.
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