el bueno de wallace stevens murió el 2 de agosto de 1955

intentaremos hacerle un pequeño homenaje en esta página


wallace stevens

la poesía como metáfora de dios


No deja de ser curioso que un poeta como Wallace Stevens (Reading, Pennsylvania, 1879 – Hartford, Connccticut, 1955), vinculado a la más cruda realidad de la vida, o quizás por eso (fue abogado en Nueva York, y desde el año 1916 hasta su muerte formó parte de la Hartford Accident and Indemnity Company, de la que llegó a ser vicepresidente), se aleje de
ella o la rehaga a través de sus poemas que justifica teóricamente en su conjunto de ensayos titulado El ángel necesario. Ensayos sobre la realidad y la ima­ginación.

En estos textos reflexivos, la mayor parte de autopoética, apo­yándose en otros autores, trata de descubrir -no todo, pero
sí al menos lo necesario- de su propio pensamiento y sentimiento, lo que opinaba sobre la poesía.

La poesía de su tiempo, pero fundamentalmente la Poesía.
No son textos claros y transparentes, sino muchas veces confusos -como él mismo llega a reconocer en algún momento-; tampoco son estudios teóricos o aca­démicos,
pero nos revelan a un autor consciente y preocupado por el desve­lamiento de una parte esencial de nuestra existencia.

Una cuestión campea por estos siete ensayos escritos en
años dife­rentes y sin una explícita unidad: la relación entre la imaginación, la reali­dad y la fantasía.

La imaginación la refiere Wallace Stevens al subcons­ciente, la fantasía (según Coleridge, lo contrario a la imaginación) reúne los objetos dispersos por elección, mientras que la realidad es lo que nos rodea.
La imaginación se apega a la realidad y la realidad se apega a la imagina­ción, son interdependientes.

Basándose en el libro del profesor Ayer, Lenguaje, verdad y lógica, Stevens se refiere a la imaginación como meta­física y como arte.

La imaginación como metafísica es el poder del espíritu sobre los objetos exteriores, la libertad del espíritu. Sólo la razón se inter­pone entre la imaginación y la realidad, y esta lucha nunca tendrá desenla­ce.

El romanticismo fue un intento fracasado de hacer uso de esa libertad. El poeta era el portavoz de la imaginación. “Puede que el mundo esté per­dido para el poeta, pero no está perdido para la imaginación. Hablo del poeta porque lo concebimos como el portavoz de la imaginación. Y digo que desde luego el mundo está perdido para él porque, en primer lugar, los grandes poemas del cielo y del infierno ya han sido escritos y sigue sin escribirse el gran poema de la tierra.” 

invectiva contra cisnes

El alma, oh gansos, vuela más allá de los parques
y va dejando atrás las discordias del viento.

Una lluvia de bronce que del sol se derrama
marca el fin de un verano, que sólo la tolera

como quien esbozara un tenue testamento
de doradas rarezas, caricaturas de Paphos,

legándole a la luna vuestro blanco plumaje
y entregándole al aire vuestro vuelo anodino.

Mira, ya están los cuervos en los largos desfiles
ungiendo a las estatuas con sus defecaciones.

Y el alma, oh gansos, solitaria, adelanta
vuestros gélidos carros, hasta hundirse en los cielos.

Invective against swans

The soul, O ganders, flies beyond the parks
And far beyond the discords of the wind.

A bronze rain from the sun descending marks
The death of summer, which that time endures

Like one who scrawls a list­less testament
Of golden quirks and Paphian caricatures,

Bequeath­ing your white feathers to the moon
And giving your bland motions to the air.

Behold, already on the long parades
The crowns anoint the statues with their dirt.

And the soul, O ganders, being lonely, flies
Beyond your chilly chariots, to the skies.

harmonium: traducción de julián jiménez heffernan: icaria marzo 2002


el desnudo mezquino emprende un viaje

primaveral


.

Pero no sobre una concha, lo emprende,
tan arcaica, hacia al mar.
Pero llegando a las primeras algas
se desliza por los destellos,
silenciosamente, como una ola más.

También ella está descontenta
y anhela tener sustancia púrpura sobre sus brazos,
cansada de salados puertos,
ávida del piélago y la brama
de los vastos interiores de la mar.

El viento la empuja,
soplando sobre sus manos
y su espalda mojada.

Ella toca las nubes, su destino
en el círculo de su travesía por el mar.

Pero éste es un juego precario
sobre el ajetreo y el brillo del agua
mientras sus talones se deshacen en espuma
-no como cuando el desnudo más dorado
de días venideros

avance, como centro de un fausto verde mar,
en una más intensa calma,
sirvienta del destino,
sobre el pulcro torrente, sin cesar,
en su viaje irreparable.

the paltry nude starts on a spring voyage

But not on a shell, she starts / Archaic, for the sea. / But on the first- found weed / She scuds the glitters, / Noiselessly, like one more wave. / / She too is discontent / And would have purple stuff upon her arms, / Tired of the salty harbors, / Eager for the brine and bellowing / Of the high interiors of the sea. / / The wind speeds her, / Blowing upon her hands/And watery back. / She touches the clouds, where she goes / In the circle of her traverse of the sea, / / Yet this is meagre play / In the scurry and water-shine, / As her heels foam – / Not as when the the goldener nude Of a later day / / Will go, like the centre of sea-green pomp, / In an interi­or calm, / Scullion of fate, / Across the spick torrent, ceaselessly, /Upon her irretrievable way.

harmonium: traducción de julián jiménez heffernan: icaria marzo 2002


Stevens matiza esta relación entre religión (habla directamente de la Biblia) y poesía.

La religión obligaba a creer en la ima­ginación de otra época, mientras que la poesía no planteaba ningún tipo de creencia.

En la vida, subrayaba el poeta norteamericano, pocas personas recurrían a la imaginación.
En la vida lo importante era la verdad “tal como es”, con sus valores éticos y morales; mientras que las artes recurrían a la imaginación y su verdad era «tal como la vemos” a través de sus valores estéticos.

El valor poético era un valor intuitivo y por eso no puede justifi­carse. Incluso podría añadirse que la imaginación era la ignorancia del entendimiento, pero cambia con él.
Es la facultad que nos capacita para per­cibir lo normal en lo anormal, lo contrario del caos en el caos.
La razón sería la sistematizadora de la imaginación.

Con respecto a la realidad, Stevens la calificaba de denotativa
y connotativa.

A la primera la equiparaba con el ascetismo natural del lenguaje despo­jado de cualquier asociación; mientras que la connotativa la unía al hedonis­mo del lenguaje que disipaba el sentido de las palabras.

Joyce pertenecía a esto último y al debate que se extendía ya desde Locke y Hobbes, quienes deseaban una claridad matemática.

Esta lucha entre la imaginación y la rea­lidad también aparecía en Freud, quien proponía la rendición a la realidad tras el fracaso de las creencias religiosas.


La lucha del poeta, para Wallace Stevens, estaba precisamente en esa presión de la realidad.

El poeta debía ser capaz de resistir o eludir este último grado de dicha presión.
La influencia que, sobre la conciencia, realizan los acontecimientos exteriores «hasta el punto de excluir toda capacidad contemplativa”.
La presión de las noticias, de las informaciones que mediatizan
y acaparan una parte del pensamiento del individuo.

El poeta, en nuestro mundo contemporáneo (el autor de estos escritos vivió la prehistoria de los medios audiovisuales de comunicación) es un ser menos libre que lo fueron los poetas
de otras épocas, tales como, por ejemplo, Coleridge o Wordsworth, ya que a éstos les llegaban muy de tarde en
tarde las informaciones sobre su tiempo y tenían, en este sentido, más libertad de pensamiento.

Para Stevens la información no libera, sino que con­trolaba al individuo.

Y citando a Croce afirmaba que «la poesía es el triunfo de la contemplación. El genio poético elige un sendero estrecho en el que la pasión se sosiega y el sosiego se apasiona”.
Stevens recoge una cita de James Wardop muy aguda, ingeniosa y bastante cierta:
«La tarea de la prensa con­siste en abastecer a un público limitado de un número potencialmente ilimi­tado de textos idénticos”.
Stevens defiende al individuo frente a esa realidad masificada y afirma que el destino de las personas es distinto al destino de las sociedades.

Las sociedades tienden a la conservación colectiva, mientras que la poesía (y ahora cita a Kierkegaard) “incita a uno contra la existencia, pues la poesía es injusta con los hombres, sólo es útil para los elegidos”.

Unos «elegidos” que incluso deben vivir al margen de la escritura como ofi­cio, como necesidad retributiva, pues como ya había dicho Milton “la nece­sidad de escribir para ganarse la vida embota la capacidad de apreciar la escritura cuando alcanza la altura de la perfección”.