antonin artaud

 

 

 

Ivry, 23 abril, 1947

 

Querido André Breton:

 

 

No le he contestado antes porque estoy enfermo y ya no puedo más.

Hace algunas semanas tuve un ataque extraño, una especie de monstruosa hinchazón de toda la cabeza seguida por 48 horas de coma.

Coma

paralización de las facultades, de las percepciones, de todo el engranaje de la mecánica sensible de un cuerpo que continúa viéndose

allí pero que no siente nada de sí mismo: huesos, músculos, nervios; ir, venir; – tenerse en pie era como estar emparedado en vida

con un cuerpo a cien kilómetros, más inaccesible, y más pesado que el Himalaya.

 

Usted me reprochó una sesión de teatro que no fue tal y no me pareció injusto, vi en ello algo peor, dado que en realidad después

de la sesión del Vieux-Colombier era de esperar que no tardarían en volver a decirme que yo seguía siendo un hombre de teatro por el solo

hecho de aparecer sobre un escenario, cuando yo no creo que el escenario de Vieux-Colombier ni cualquier otro escenario teatral haya

visto jamás lo que yo mostré allí e hice escuchar aquella tarde;

tanto más cuanto se añadió a ello el hecho de que todo el mundo pudo constatar y pudo verse al supuesto conferenciante que en absoluto

llegué a ser,

en todo caso el supuesto hombre de teatro

renunciar a su espectáculo, recoger las cosas y largarse; dado que efectivamente me di cuenta de que ya bastaba de palabras,

ya bastaba de rugidos inclusive, y lo que se necesitaba eran bombas

y no las tenía en las manos ni en los bolsillos;

usted me ha pedido un texto para una manifestación de arte;

excúseme

pero no puedo considerar de otro modo esta exposición del Surrealismo Internacional que se realizará en una galería capitalista (que dispone

de grandes capitales procedentes de una banca comunista) y donde se venden siempre a precios muy elevadas telas de pintores surrealistas con

talento y OTRAS;

André Breton, hace casi 30 años que usted me conoce, no quiero escribir para un catálogo que será leído por esnobs, hecho para esnobs, ricos

aficionados al arte, en una galería donde no se verán obreros ni gentes del pueblo porque trabajan durante el día;

pero no se trata de esto.

 

Yo Antonin Artaud, no quiero proceder contra usted en un momento en que todos lo hacen, pero déjeme hablarle no con mi corazón, que ya no

lo tengo, sino con mi carne manchada y profanada por todos,

en su proyecto hay una especie de sumisión a los ritos iniciáticos que son los que yo abomino más en el mundo.

Es mediante lo oculto subyacente como el hombre a lo largo de los tiempos ha sido mantenido entre rejas, y no acabamos de reencontrar

las libertades elementales que son las que más necesitamos–

hace 50 años que estoy prisionero de lo oculto, y hace 10 años que lo sé,

y esta es mi desgracia. –

 

La magia en la hora actual, André Breton, no es cosa de uno solo sino de todos,

todo el mundo la hace y lo oculta,

y la más crapulosa,

y nadie lo dice,

y así es como usted, yo, algunos otros,

jadeamos

siniestramente prisioneros.

Cese esta mascarada que oculta ríos de polución infernal y de sanies.

Es por magia como las abominables instituciones que nos aprietan:

patria, familia, sociedad, espíritu, conceptos, percepciones, sensaciones, afectos, corazón, alma,

ciencia,

ley, justicia, derecho, religión, nociones, Verbo, lenguaje ,

son mantenidas, dado que en realidad desaparecen, no corresponden a nada real.

La realidad humorística de los poetas, que las circunstancias mismas hicieron virar hacia las tinieblas,

se mofa

bajo este grotesco pastel de queso podrido de ratas por todas partes.

Pero esto no basta.

 

El Vodú que le han mostrado, como los ritos hindúes que yo vi, no son más que una fachada que ahora ya no puede ocultar la lúgubre

realidad que también yo vi como se afirmaba en todas partes y que es que hombres, hombres señalados en determinados puntos de este

siniestro globo, mantienen al hombre actual en su vieja argolla caduca empezando por su anatomía actual y mientras no cambie

la anatomía del hombre actual,

¡¡y, mientras no cambie la anatomía del hombre actual, no se habrá hecho nada ni para la poesía ni para ninguna especie real

y CORPORAL

DE LIBERTAD!!

 

Pero para poner remedio a esto, André Breton, hace falta una guerra,

una verdadera guerra

con armas, municiones y hombres dispuestos a todo.

 

Cuando volví de Rodez usted me dijo:

he aquí una bellísima historia nervaliana.

Voy a decirle unas cosa:

 

Gèrard de Nerval sabía y decía las mismas cosas que yo.

 

Le enviaron emisarios que le golpearon en 2 o 3 puntos conocidos por los hermetistas de la columna vertebral,

después de lo cual nunca más pudo creer en lo que decía, y dio a esto el nombre de historias supranaturalistas, habiéndose desvanecido de su pensamiento

lo esencial de sus revelaciones.

También a mí me rompieron en dos la columna vertebral en Dublín –

pero persisto en afirmar las mismas cosas. Entre el mal y yo veremos de quién será la razón.

 

Suyo,

 

 

Antonin Artaud

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

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