jardines

 

 

Habrá cesado en el interior del lauro la melodía ronca de

 

[las tórtolas.

 

 

También habrán cesado en su avidez los córvidos

 

[amedrentados por el estertor del más breve, el que libó el

 

[ácido prúsico

 

Quizá el lagarto agoniza bajo las violetas y,

 

abandonado por la lluvia, el jardín arde en un ascua

 

[amarilla

 

y el cemento enloquece bajo la corrupción de las cerezas

 

negras y ensangrentadas en el espesor del verano.

 

 

Aún existen otras posibilidades.

 

 

Quizá soy yo quien ha salido de sí mismo y estoy

 

[agonizando pero desconozco mi agonía

 

y, aquí, bajo los mantos de la furia volcánica,

 

sobre el cristal del sílice,

 

un resto frío de mi pensamiento entra

 

en el jardín de los desaparecidos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

República de las Letras 118

Revista de la Asociación Colegial de Escritores de España

octubre 2010

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir