bukowski: be kind

 

 

 

Algunas breves observaciones pueden introducir el tema, el asunto
que nos interesa.

Así, se dice que un hombre con un reloj sabe la hora que es, pero un hombre
con dos relojes ya no está tan seguro.

La segunda observación es clara: demasiado al este es el oeste.
Y la tercera dice que al pájaro se le nota que tiene alas hasta cuando anda.

 

Ahora tal vez se pueda ir al asunto, que es solamente otra observación que viene a decir
que casi todo lo importante es casi siempre otra cosa, algo insospechado que se va imponiendo
en diagonal o incluso desde el reverso de lo que sucede:
son tantas las vidas llenas de asuntos sin atractivo, de anécdotas recalentadas,
existencias sin riesgo que se reducen a pasar el tiempo en el apestoso bar de Mayer,
donde comen a precio fijo.

 

Son tantas las vidas deliberadamente malgastadas entre tantas vidas deliberadamente malgastadas.
Como si se tratase de un asunto apresurado que no han tenido tiempo de hacer a su medida,
o un columpio desequilibrado que se descompone en la altura, o un asunto que sucede en pretérito
imperfecto, y todo lo que llena esas vidas nos parece prefabricado, un desperdicio y
una inercia hacia la indignidad, un desmoronamiento sin orillas.

 

El poeta, como tantas otras veces, lo dijo sin miramientos cuando le pidieron que fuera amable
con esas vidas, con esas existencias que tanto abundan y que envejecen mal porque han vivido
desenfocadas, porque han rehusado ver.

 

Seguramente, nadie nos dará una segunda oportunidad, y tampoco nos regalarán una bolsa llena de dios,
como esas bolsas de bocadillos que se reparten en las excursiones de los jubilados para que maten
el hambre en el bus durante el viaje.

 

Si en esta crónica apresurada sobre la vida incluimos la muerte, el tránsito espeluznante al más allá,
tendremos que contar con que nos desharemos, personalmente difuntos, en la mismísima entrada
-o salida, según la lógica de una autopista- del tiempo,
y allí tragaremos noche, una noche inmensa, hasta atragantarnos por pasiva.

 

Y si es que la muerte fuese repetir un nombre sin cesar, sin cesar,
desde la nada de la conciencia, estaremos entonces abrazados al suelo,
repitiendo un nombre, sin cesar.

 

 

 

 

 

 

 

 

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