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henri michaux

 

 

la vida

en los pliegues

 

traducción de

VÍCTOR GOLDSTEIN

 

LA VIE BANS LES PLIS

Éditions Gallimard

 

EDICIONES

LIBRERíAS FAUSTO

Buenos Aires – 1976

 

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la vida

en los pliegues

 

1. LIBERTAD DE ACCióN

2. APARICIONES

3. RETRATO DE LOS MEIDOSEMS

4. lugares inexpresables

 

I. Dos álamos pierden sus hojas 

II. En los mármoles una gran circulación 

Éste es el sitio del taciturno 

Dos bebes gigantes 

No hay ningún hálito en la ciudad 

Allí, una calle sonámbula 

Aquí están nuevamente las fortalezas 

El Castillo ya no está 

El Parque fúnebre 

Un gran rapas: ganapán 

Cerca del cementerio

Aquí están las imprecaciones 

El peso del Planeta-Cabeza 

 

5. VEJEZ DE POLLAGORAS

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I

 

 

DOS ÁLAMOS PIERDEN SUS HOJAS, pierden eternamente sus últimas hojas amarillentas.

Los caminantes son escasos y un frío hasta el alma los lleva a internarse más lejos.

Un abeto acecha a una mujer tras una puerta. ¿Qué ocurrirá? Eh Eh Eso depende de la hora,

depende del sombrero que por un hueco a medias oculto ella arranca para ponérselo, para

irse a pavonear con él, si puede, si puede olvidar.

El campo duerme. La ciudad está muerta.

Las sombras del atardecer tempranamente llegado y que no termina, y que no terminará,

se extienden, se extienden.

Un coche más incrustado en lo inmóvil que la murallde una antigua fortaleza ocupa un

sitio no cambiado, no cambiado para siempre. Aquí habita lo lúgubre.

Un reloj solemne marca horas que ya no cuentan.

 

 

 

 

 

I

 

 

DEUX PEUPLIERS PERDENT LEURS FEUILLES perdent éternellement leurs dernières

feuilles jaunâtres.

Les passants sont rares et un froid jusqu’à l’âme les saisit à s’engager plus loin. Un sapin

guette une femme derrière une porte.

Qu’arrivera t-il? Eh Eh Cela dépend de l’heure cela depend du chapeau que par une embrasure

à demi masquée elle arrache pour se le mettre, pour s’en aller se pavaner avec, si elle peut,

si elle peut oublier.

La champagne dort. La ville est mort.

Les ombres d’un soir tôt venu et qui n’en finit pas, et qui n’en finira pas, s’étendent, s’étendent.

Une voiture plus encroûtée dans l’immobile que la muraille d’une ancienne forteresse occupe

une place inchangée, à jamais inchangée. Le lugubre habite ici. Une horloge solennelle marque

des heures qui ne comptent plus.

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

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