Diría, por denominarlo de alguna manera, que es un texto prepoético,
toda una serie de experiencias excepcionales que el autor nos cuenta
directa y voluntariamente, con un lenguaje narrativo, inteligible, emotivo,
cargado de sucesos extraños que nos extrañan e inquietan. Se escapan
a nuestro entendimiento algunas referencias, algunos matices, algunos
personajes, pero –en conjunto– podemos saber de qué nos habla,
aunque se trate de sucesos que no hayamos vivido nunca, que nos desbordan,
de situaciones extremas que sólo podemos, si acaso, imaginar.
Con todo, propongo que el texto no ha alcanzado la unidad o la unanimidad
del lenguaje poético, sino que se trata más bien de un material candente y
poderoso, pero prepoético.
No por ello es peor, con menos fuerza o menos hermoso que si fuera un poema,
simplemente que no es un poema.
Como lector del texto me da igual que sea o no sea un poema, pero como lector
de poemas no me da lo mismo, ya que no se trata –según mi criterio– de un poema.
Por ofrecer alguna explicación, aunque sea insuficiente, diría que el texto no ha
dado el salto al lenguaje poético, que es inesperado, imprevisto, creativo, innovador,
de manera que no hay distancia entre lo que cuenta y cómo lo cuenta y que, propiamente,
no pertenece al autor, sino que lo sorprende con palabras o versos que no esperaba,
que no sospechaba o que, incluso, no llega a comprender aunque sea él mismo quien
los ha escrito.
El tema puede dar mucho de sí, es del todo discutible y reaparece casi cada vez que
se plantea qué es eso de la poesía o del lenguaje poético. Sólo pretendo volver de nuevo
sobre el asunto con todo mi respeto por el texto de Los predestinados, que posiblemente
sea mejor que un poema que no hemos llegado a conocer y que nos hablaría también
de Los predestinados, pero desde otro lenguaje, desde la poesía.
ndalfonso
]]>