marosa di giorgio • néstor perlongher • osvaldo lamborghini

 

 

 

marosa di giorgio

 

 

 

transplatinos
muestra de poesía rioplatense

 

selección y prólogo
de roberto echevarren

 

1ª edición 1991
méxico d.f.

 

 

marosa di giorgio

 

 

Abrí las alas, cerca del techo, y me pegué. Marrón con man-
chas guinda y números desconocidos.
La madre de familia y los niños, (que ya iban a la escuela),
vieron que eran números desconocidos.
Querían arrancarme las alas.
No sé bien qué hablaban.
Yo estaba allá, arriba, sin peso.
Entró el viento.
Entró el padre de familia.
Trajeron adminículos; no sé bien qué hablaban.
Él me miró. Tal vez, cayó en una zona de encanto y pena. Le
parecí una mujer con vestido de baile.
Se apagó la lámpara.
¿Qué decidían?
En la oscuridad me volví negra, y mucho más grande; y los
bordes de mis alas daban luz. No podía irme porque los Hechos
me habían puesto allí.
Ellos no se acostaban.
Yo seguía negra, inmóvil y cambiante.

 

 

 

 

De golpe, surgieron las ovejas. En un momento, una caída de
ojos. Por todo el paisaje y la ascensión al cerro. Estas eran color
rosa, celeste. Color sepia o platino; las otras, blancas, negras.
Aunque, a ratos, las cosas pareciesen al revés.
Creí estar soñando. O que veía en un papel, dibujos en forma
de ovejas. Pero no; era de verdad. En el paisaje. Y al cerrar los
ojos, aparecía, enseguida, en la pantalla negra, un rostro rectan-
gular, oval, y el grueso cuerpo cubierto de bucles, multiplicado,
sabiamente.
Parecían haber acudido a la concentración, convocación, sin
extrañarse, con algo de tristeza.
No podía irme, porque ¡por dónde! No podía llamarlas, por-
que ya estaban. No podía espantarlas porque eran inmóviles. No
podía olvidarlas porque no me olvido, no podía admitirlas porque
había algo que no era bueno.
Estoy en un estrecho límite, y esto es un pedido de ayuda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir