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III

 

 

 

At the first turning of the second stair

I turned and saw below

The same shape twisted on the banister

Under the vapour in the fetid air

Struggling with the devil of the stairs who wears

The deceitful face of hope and of despair.

 

At the second turning of the second stair

I left them twisting, turning below;

There were no more faces and the stair was dark,

Damp, jagged, like an old man’s mouth drivelling, beyond repair,

Or the toothed gullet of an aged shark.

 

At the first turning of the third stair

Was a slotted window bellied like the figs’s fruit

And beyond the hawthorn blossom and a pasture scene

The broadbacked figure drest in blue and green

Enchanted the maytime with an antique flute.

Blown hair is sweet, brown hair over the mouth blown,

Lilac and brown hair;

Distraction, music of the flute, stops and steps of the mind

over the third stair,

Fading, fading; strength beyond hope and despair

Climbing the third stair.

 

Lord, I am not worthy

Lord, I am not worthy

but speak the word only.

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III

 

 

 

En la primera revuelta de la segunda escalera

me volví y vi abajo

la misma forma retorcida en la baranda

bajo el vapor en el aire fétido

luchando con el demonio de las escaleras que reviste

la cara engañosa de esperanza y de desesperación.

 

 

En la segunda revuelta de la segunda escalera

les dejé retorciéndose, volviendo abajo:

ya no había más caras y la escalera estaba oscura,

húmeda, medalla, como la boca de un viejo babeando, ya sin arreglo,

o el dentado gaznate de un tiburón envejecido.

 

 

En la primera vuelta de la tercera escalera

había una ventana estriada con panza como de higo

y más allá del espino en flor y una escena pastoril

la figura de anchas espaldas vestida de azul y verde

hechizaba el mayo con una antigua flauta.

Dulce es el pelo al viento, pelo pardo al viento sobre

  la boca,

lila y pelo pardo;

distracción, música de la flauta, descansillos y escalones

  de la mente en la tercera escalera,

desvaneciéndose, desvaneciéndose: fuerza más allá de

  esperanza y desesperación

trepando la tercera escalera.

 

 

Señor, no soy digno

Señor, no soy digno

pero di sólo la palabra.

 

 

 

 

versión de josé maría valverde

 

 

 

 

 

la escalera

 

 

 

«A la primera vuelta de la segunda escalera me volví y vi que, en lo hondo,

entre el vaho del aire fétido, la misma forma retorcida de la baranda luchaba

con el demonio de las escaleras que tiene la engañosa cara de la esperanza y la

desesperación.

 

 

A la segunda vuelta de la segunda escalera, los dejé retorciéndose, revolcándose

en lo hondo. Ya no había más caras, y la escalera estaba oscura, húmeda,

serruda como la boca de un viejo baboso sin remedio, o el gañote dentado

de un tiburón monstruoso.

 

 

A la primera vuelta de la tercera escalera se rajaba una celosía ventruda

como el higo; y más allá del espino y el cuadro pastoral, la figura maciza vestida

de azul y verde, encantaba mayo con una flauta antigua. ¡Dulce pelo flotante,

pelo castaño flotante sobre la boca, las lilas, el pelo castaño! Esparcimiento,

son de la flauta vacilaciones y pasos del pensamiento en la tercera escalera; des-

vaneciéndose todo, desvaneciéndose; esfuerzo más grande que la esperanza y

desesperación, subiendo la tercera escalera.

Señor, yo no soy digno; Señor, yo no soy digno, pero di solamente la palabra.»

 

 

 

 

versión de juan ramón jiménez

 

 

 

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