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belleza esencial
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En fotos grandes como habitaciones que miran a todas partes
y bloquean las calles con panes gigantes,
tapan tumbas con natillas, ocultan suburbios diciendo maravillas
de aceites de motor y lonchas de salmón, brillan
permanentemente estas arboledas nítidamente dibujadas
de cómo debería ser la vida. Muy por encima de la alcantarilla,
un cuchillo de plata se hunde en dorada mantequilla,
un vaso de leche se alza en un prado, y familias
perfectamente estructuradas, en una delicia
de tiempo veraniego, deben sus sonrisas, sus cochecitos,
incluso su juventud, a ese cubito hacia el que todos
extienden la mano. Pero ni eso, ni los mullidos sillones
alineados con sus tazas a la hora de acostarse, ni los estufones
radiantes (a gas o electricidad), ni los gatos sobre cálidas esterillas
un tanto escorzados junto a unas zapatillas,
reflejan las calles y las plazas mojadas por la lluvia
sobre las que imperan ahí fuera. Más bien, se suman
serenamente para proclamar pura corteza, pura espuma,
puro frescor a nuestros ojos vivos e imperfectos
que miran más allá de este mundo, donde nada es tan correcto
ni tan nuevo ni lava tan blanco, buscando dónde exista
el hogar que todo eso habita. Allí, oscuros pubs de vigas vistas
están llenos de gente de blanco, aún raqueta en mano,
pero el chaval que echa las papas en el lavabo
ni los ha visto, al igual que pagó el pensionista
medio penique más por el Té Sudario de la Abuelita
para saborear la vejez, y los fumadores perciben en la agonía
caminando hacia ellos a través de un parque donde aún es de día,
como si anduviera sobre el agua, esa desenfocada hembra
que ninguna cerilla iluminó, ninguna calada pudo acercar,
y que ahora se alza con una nueva claridad,
sonriendo, y saludando, y haciéndose oscuridad.
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essential beauty
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In frames as large as rooms that face all ways
And block the ends of streets with giant loaves,
Screen graves with custard, cover slums with praise
Of motor-oil and cuts of salmon, shine
Perpetually these sharply-pictured groves
Of how life should be. High above the gutter
A silver knife sinks into golden butter,
A glass of milk stands in a meadow, and
Well-balanced families, in fine
Midsummer weather, owe their smiles, their cars,
Even their youth, to that small cube each hand
Stretches towards. These, and the deep armchairs
Aligned to cups at bedtime, radiant bars
(Gas or electric), quarter-profile cats
By slippers on warm mats,
Reflect none of the rained-on streets and squares
They dominate outdoors. Rather, they rise
Serenely to proclaim pure crust, pure foam,
Pure coldness to our live imperfect eyes
That stare beyond this world, where nothing’s made
As new or washed quite clean, seeking the home
All such inhabit. There, dark raftered pubs
Are filled with white-clothed ones from tennis-clubs,
And the boy puking his heart out in the Gents
Just missed them, as the pensioner paid
A halfpenny more for Granny Graveclothes’ Tea
To taste old age, and dying smokers sense
Walking towards them through some dappled park
As if on water that unfocused she
No match lit up, nor drag ever brought near,
Who now stands newly clear,
Smiling, and recognising, and going dark.
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Philip Larkin
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Belleza esencial
Poesía Reunida
Las bodas de pentecostés
The Complete Poems, Archie Burnett, ed.
Nueva York, Farrar, Strauss and Giroux, 2012
Versiones de Damián Alou y Marcelo Cohen
Lumen
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