–
[ezcol_1half]–
los perros románticos
–
–
En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el espacio de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
Y aquí me voy a quedar.
Regreso a la Antártida
no importa hacia donde te arrastre el viento
(Sí. Pero me gustaría ver a Séneca en este lugar)
La sabiduría consiste en mantener los ojos abiertos
durante la caída (¿Bloques sónicos
de desesperación?) Estudiar en las estaciones
de policía Meditar durante los fines de semana
sin dinero (Tópicos que has de repetir, dijo
la voz en off, sin considerarte desdichado)
Ciudades supermercados fronteras
(¿Un Séneca pálido? ¿Un bistec sobre el mármol?)
De la angustia aún no hemos hablado
(Basta ya. Dialéctica obscena)
Ese vigor irreversible que abrasará tus derroteros
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]
–
–
–
——————————————————-
En el Distrito V con los sudacas:
¿Aún lees a los juglares? Sí
Quiero decir: trato de soñar
castillos y mercados cosas de ese tipo
para después volver a mi piso y dormir
No hay nada malo en eso
Vida desaparecida hace mucho
En los bares del Distrito V
gente silenciosa con las manos en
los bolsillos Y los relámpagos
——————————————————-
Estos son los rostros romanos del infierno
Prefiero vivir lejos de todo, dije
No ser cómplice Pero esos rostros contemplan
aquello más allá de tu cuerpo Nobles
facciones fosilizadas en el aire
Como el fin de una película antigua
Rostros sobreimpresos en el azul del cielo
Como la muerte, dije
——————————————————–
De sillas, de atardeceres extra,
de pistolas que acarician
nuestros mejores amigos
está hecha la muerte
———————————————————
Ahora paseas solitario por los muelles
de Barcelona
Fumas un cigarrillo negro y por
un momento crees que sería bueno
que lloviese
Dinero no te conceden los dioses
mas sí caprichos extraños
Mira hacia arriba:
está lloviendo
[/ezcol_1half_end]
–
Roberto Bolaño
–
Los perros románticos
Editorial El acantilado
2011 España
–
0 comentarios