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The Fury Of Flowers And Worms

Let the flowers make a journey

on Monday so that I can see 

ten daisies in a blue vase 

with perhaps one red ant 

crawling to the gold center. 

A bit of the field on my table, 

close to the worms 

who struggle blinding, 

moving deep into their slime, 

moving deep into God’s abdomen, 

moving like oil through water, 

sliding through the good brown. 

The daisies grow wild 

like popcorn. 

They are God’s promise to the field. 

How happy I am, daisies, to love you. 

How happy you are to be loved 

and found magical, like a secret 

from the sluggish field. 

If all the world picked daisies 

wars would end, the common cold would stop, 

unemployment would end, the monetary market 

would hold steady and no money would float. 

Listen world. 

if you’d just take the time to pick 

the white flowers, the penny heart, 

all would be well. 

They are so unexpected. 

They are as good as salt. 

If someone had brought them 

to van Gogh’s room daily 

his ear would have stayed on. 

I would like to think that no one would die anymore 

if we all believed in daisies 

but the worms know better, don’t they? 

They slide into the ear of a corpse 

and listen to his great sigh.

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La furia de flores y gusanos

Deja que las flores hagan un viaje

en lunes así puedo ver

diez margaritas en un florero azul

con tal vez una hormiga roja

arrastrándose hacia el centro de oro.

Un poco de campo en mi mesa,

cerca de los gusanos

que luchan ciegamente,

moviéndose profundamente en su cieno,

moviéndose profundamente en el abdomen de Dios,

moviéndose como el aceite en el agua,

deslizándose a través de la buena tierra.

Las margaritas crecen silvestres

como palomitas de maíz.

Son la promesa de Dios al campo.

Qué feliz soy, margaritas, de amaros.

Qué felices sois de ser amadas

y de levantaros mágicas , como un secreto

del campo perezoso.

Si todo el mundo recogiera margaritas

las guerras terminarían, el resfriado común se detendría,

el desempleo se acabaría, el mercado monetario

se mantendrá estable y flotaría sin dinero.

Escucha mundo.

si solamente te tomaras el tiempo para recoger

las flores blancas, una buena cantidad,

todo estaría bien.

Son tan inesperadas.

Son buenas como la sal.

Si alguien las hubiera llevado

cada día a la habitación de Van Gogh

su oreja se habría quedado puesta.

Me gustaría pensar que nadie moriría más

si todos creyéramos en las margaritas

pero los gusanos lo saben mejor, ¿no?

Se deslizan en el oído de un cadáver

y escuchan su gran suspiro.

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Anne Sexton

Sexton, Anne. The Complete Poems.

Boston: Houghton Mifflin Company. 1981

nuestras versiones

anne-sexton


 

 

 

 

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