De disturbio en disturbio

De disturbio en disturbio

subes a acompañarme a estar solo;

yo lo comprendo andando de puntillas,

con un pan en la mano, un camino en el pie

y haciendo, negro hasta sacar espuma,

mi perfil su papel espeluznante.

Ya habías disparado para atrás tu violencia

neumática, otra época, mas luego

me sostienes ahora en brazo de honra fúnebre

y sostienes el rumbo de las cosas en brazo de honra fúnebre,

la muerte de las cosas resumida en brazo de honra fúnebre.

Pero, realmente y puesto

que tratamos de la vida,

cuando el hecho de entonces eche crin en tu mano,

al seguir tu rumor como regando,

cuando sufras en suma de kanguro,

olvídame, sostenme todavía, compañero de cantidad pequeña,

azotado de fechas con espinas,

olvídame y sostenme por el pecho,

jumento que te paras en dos para abrazarme;

duda de tu excremento unos segundos,

observa cómo el aire empieza a ser el cielo levantándose,

hombrecillo,

hombrezuelo,

hombre con taco, quiéreme, acompáñame…

Ten presente que un día

ha de cantar un mirlo de sotana

sobre mi tonelada ya desnuda.

(Cantó un mirlo llevando las cintas de mi gramo entre su pico)

Ha de cantar calzado de este sollozo innato,

hombre con taco,

y, simultánea, doloridamente,

ha de cantar calzado de mi paso,

y no oírlo, hombrezuelo, será malo,

será denuesto y hoja,

pesadumbre, trenza, humo quieto.

Perro parado al borde de una piedra

es el vuelo en su curva;

también tenlo presente, hombrón hasta arriba.

Te lo recordarán el peso bajo, de ribera adversa,

el peso temporal, de gran silencio,

más eso de los meses y aquello que regresa de los años.

César Vallejo

de Poemas humanos

Obra poética completa preparada por Georgette

de Vallejo (Lima, Francisco Moncloa Editores, 1968)

Lima, 2009


 

 

 

 

 

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