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Los dormidos
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¿Qué voz entre los pájaros de esta noche de ensueño dulcemente modula los nombres en el aire?
¡Despertad! Una luna redonda gime o canta entre velos, sin sombra, sin destino, invocándoos.
Un cielo herido a luces, a hachazos, llueve el oro sin estrellas, con sangre, que en un torso resbala:
revelador envío de un destino llamando a los dormidos siempre bajo los cielos vividos.
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¡Despertad! Es el mundo, es su música. ¡Oídla! La tierra vuela alerta, embriagada de visos, de deseos,
desnuda, sin túnica, radiante, bacante en los espacios que un seno muestra hermoso, azulado de venas,
de brillos, de turgencia.
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¡Mirad! ¿No veis un muslo deslumbrador que avanza?
¿Un bulto victorioso, un ropaje estrellado que retrasadamente revuela, cruje, azota los siderales vientos
azules, empapados?
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¿No sentís en la noche un clamor?
¡Ah dormidos, sordos sois a los cánticos! Dulces copas se alzan:
¡Oh estrellas mías, vino celeste, dadme toda vuestra locura, dadme vuestros bordes lucientes!
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Mis labios saben siempre sorberos, mi garganta se enciende de sapiencia, mis ojos brillan dulces.
Toda la noche en mí destellando, ilumina vuestro sueño, oh dormidos, oh muertos, oh acabados.
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Pero no; muertamente callados, como lunas de piedra, en tierra, sordos permanecéis, sin tumba.
Una noche de velos, de plumas, de miradas, vuela por los espacios llevándoos, insepultos.
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Vicente Aleixandre
Sombra del paraíso
Obras completas 1924-67
Volumen I: poesía
aguilar/ biblioteca de premios nobel
segunda edición-primera reimpresión-1978
madrid
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