Francis Bacon. De la metamorfosis a la disgregación

 

 

Dr. Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía por U. Católica de Valparaíso, Chile,

postgrado en la U. Complutense de Madrid

 

 

 

 

…la fuerza de la ambigüedad de sus obras…

…sosteniendo en espacios ascéticos los cuerpos que se desmembran en esa lucha por la fijeza,

por la estabilidad jamás conseguida.

El cuerpo ya no es observado como refugio, por el contrario, es donde el yo es contestado e incluso perdido.

…el cuerpo es reconstruido y sus fronteras traspasadas y/o superadas.

Observar a los animales en reportajes fotográficos sirvió a Bacon para expresar de forma más precisa

el instinto humano: el hombre despojado de su humanidad, como un animal.

Bacon va a representar el cuerpo como un objeto mutilado que regresa a la animalidad deconstruyendo

la anatomía de nuestra precaria carne, que tiende a disgregarse y desaparecer.

Durante más de medio siglo, Francis Bacon fue creando una serie de cuerpos crucificados, contorsionados,

mutilados, deformes, con rostros en el límite de la desaparición, criaturas que sangran y se desmoronan.

El cuerpo se hace carne, rompe con la armonía de la superficie y de la forma por la dispersión de su identidad.

Un cuerpo que se descompone, se vacía, se prolonga, se dilata, se mezcla con otros cuerpos, se metamorfosea

en su reflejo.

…desfigura la materialidad de la carne viscosa y cruda de color…

…disecciona el cuerpo para enfrentarnos a la vulnerabilidad…

…nos lleva a una profunda agresividad y violencia hacia el propio cuerpo y el de los otros…

…nos confronta con esos estados de fragilidad en que el hombre vaga en los territorios de la animalidad…

…la carne grosera, innoble, sórdida; los seres desgarrados, inacabados y descompuestos. Sus figuras

-encerradas en una bestial carnalidad- describen una metamorfosis, el aspecto larvario del individuo,

desde lo informe a lo abyecto: es una zona de indiscernibilidad entre el hombre y el animal.

El hombre deviene animal… la figura más solitaria de Bacon es ya una figura acoplada, el hombre acoplado

con su animal.

Así, por ejemplo en el cuadro Segunda versión del tríptico 1944, de 1988, tres figuras de pie sobre sus

pedestales abren sus bocas, mostrando sus dientes.

El grito cuenta menos que la fascinación por la cavidad bucal que —cuando la representa— anula la parte

superior del rostro: la boca es el orificio que enlaza con el interior del cuerpo: ese terreno ambiguo

poblado de amenazas.

En 1951 pintó su primer retrato de una persona identificable -utilizando una instantánea de Franz Kafka

plasmó en el lienzo a su amigo Lucien Freud. Al año siguiente, Freud le devolvería el cumplido pintando

una cabeza de Bacon muy llamativa. La afinidad entre ambos, comprometidos con la pintura figurativa,

se vio reforzada porque la abstracción era aceptada como la única forma creativa de pintar.

También sobre esta época pinto su primer Autorretrato -reconocible-, otro tema en que se concentraría en la

medida que iba avanzando en edad.

Muy importante en este período fue su Estudio de la niñera de El acorazado Potemkin. Bacon vio por primera

vez la obra de Eisenstein a una edad muy temprana, posiblemente durante su adolescencia en Berlín.

…pareciera preguntarse sobre lo que hay detrás de la apariencia, o cuándo no hay apariencia…

«La mayor parte de un cuadro siempre es convención, apariencia y eso es lo que intento eliminar: busco

lo esencial, la manera más directa de la identidad material de aquello que representa. Mi manera de

deformar imágenes me acerca mucho más al ser humano que si me sentara e hiciera su retrato,

me enfrenta al hecho actual de ser un ser humano, consigo una mayor cercanía mientras más me alejo».

Despojamiento de la consistencia: Bacon encuentra el ser cuando se desentiende de la apariencia, del vacío

en el que se construye la existencia; lo que el llama el «accidente» a partir del cual surge el cuadro:

¿qué es lo que surge?: el rostro.

Los retratos de sus amigos, a los que les pone el nombre, y los autorretratos constituyen la producción más

abundante de su obra.

Para la tradición pictórica el retrato es un género de segundo orden y tiene una función emblemática: expresar

la condición social o profesional de un personaje. Para Bacon es el intento de capturar una identidad más allá

de los emblemas. Ir en búsqueda del núcleo de una identidad.

Pinta insistentemente retratos y autorretratos introduciendo, según su estilo, torsiones y distorsiones de

los ejes espaciales que dan como resultado la deformación de los rostros.

En esta misma deformación rescata el gesto personal, demarca, aísla, extrae el trazo borrando o diluyendo

el resto. En todos los retratos los personajes son reconocibles.

En el movimiento del borrado y en el momento conflictivo en que la presencia parece a punto de disolverse

rescata los rasgos mínimos y diferenciales entre uno y otro personaje.

…la reducción a los rasgos fisionómicos elementales es un intento de transcribir el conjunto de sensaciones

que el modelo suscita en el pintor y esta reacción emocional y subjetiva condiciona el conjunto de las formas

de cada cuadro.

El objetivo es distorsionar la estabilidad del punto de vista.

El retrato conceptual puede ser descrito como una estrategia para burlar las rutinas de la mirada, evitando las

convenciones asociadas a un retrato clásico.

Transformar un retrato convencional —que únicamente simula la individualidad concreta— en una imagen

proceso donde el rostro aparece en los límites de su disolución, justo antes de empezar a dejar de ser reconocido,

abre múltiples lecturas.

La representación busca aquel momento conflictivo en que la presencia parece a punto de disolverse, evitando

la desintegración.

 

 

 

 

 


 

  1. PEPPIATT, Michel, Francis Bacon; Anatomía de un enigma, Ed. Gedisa, Barcelona, 1999, p. 161.
  2. PEPPIAATT, Michael, Francis Bacon; Anatomía de un enigma, Editorial Gedisa, Barcelona, 1999, p.162.
  1. CORTES, José Miguel G., Orden y caos; un estudio cultural sobre lo monstruoso en las artes. Editorial Anagrama Barcelona 1997, p 195.
  1. Ibid. p 196.
  1. KRISTEVA, Julia, Les pouvoirs de l´horreur. Un essai sur l´abjection, París, Seuil, 1980, p. 20.
  1. DELEUZE, G., Francis Bacon, logique de la sensation, París, Ed. La Différence, 1984, p. 20.
  1. PEPPIAATT, Michael, Francis Bacon; Anatomía de un enigma, Editorial Gedisa, Barcelona, 1999, p. 196.
  1. GILLES DELEUZE. Francis Bacon. Logique de la sensation. Éd. De la Différence. 1996. p.198.
  1. ALBERTI, Rafael, A la Pintura. Ed. Alianza, Madrid, 1989, p.137.

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

Bacon,-Portrait-of-Lucian-Freud-1965

 

 

Portrait of Lucian Freud 1965

 

 

 

 

 

 

 


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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