–
–
–
–
[ezcol_1half]praying on a 707
–
–
Mother,
each time I talk to God
you interfere.
You of the bla-bla set,
carrying on about the state of letters.
If I write a poem
you give a treasurer’s report.
If I make love
you give me the funniest lines.
Mrs. Sarcasm,
why are there any childrem left?
–
They hold up their bows.
They curtsy in just your style.
They shake their hands how-do-you-do
in the same inimitable manner.
They pass over the soup with parsley
as you never could.
They take their children into their arms
like cups of warm cocoa
as you never could
and yet and yet
with your smile, your dimple we ape you,
we ape you further…
the great pine of summer,
the beach that oiled you,
the garden made of noses,
the moon tied down over the sea,
the great warm-blooded dogs…
the doll you gave me, Mary Gray,
or your mother gave me
or the maid gave me.
Perhaps the maid.
She had soul,
being Italian.
–
Mother,
each time I talk to God
you interfere.
Up there in the jet,
below the clouds as small as puppies,
the sun standing fire,
I talked to God and ask him
to speak of my failures, my successes,
ask him to morally make an assessment
He does.
–
He says,
you haven’t,
you haven’t.
–
Mother,
you and God
float with the same belly
up.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]
rezando en un boing 707
–
–
Madre,
cada vez que le hablo a Dios
tú te entrometes.
Sales con tus bla bla blas en bloque,
otra vez con el asunto de las cartas.
Si escribo un poema
tú das un reporte contable.
Si hago el amor
me das las frases más graciosas.
Señora Sarcasmo,
¿por qué no te queda ningún hijo?
–
Ellos se aguantan sus reverencias.
Ellos se agachan con tu estilo.
Ellos se estrechan las manos –como-estás-tú
en esa misma forma inimitable.
Ellos se saltan la sopa con perejil
como tú nunca pudiste.
Ellos llevan a sus hijos en sus brazos
como tazas de chocolate caliente
como tú nunca pudiste
y todavía, todavía
con tu sonrisa, con tu hoyuelo, te imitábamos
te imitábamos a lo lejos…
el gran pino del verano,
la playa que te bañó de aceite,
el jardín hecho de narices,
la luna atada sobre el mar,
los grandes perros de sangre caliente…
la muñeca que me diste, Mary Gray,
o que tu madre me dio
o que me dio la crida.
Quizás fue ella.
Ella tenía un alma,
y era italiana.
–
Madre,
cada vez que le hablo a Dios
tú te entrometes.
Arriba en el avión,
bajo las nubes tan pequeñas como cachorros,
el fuego postrado en el sol,
hablé con Dios y le pedí
platicarle mis fracasos y mis éxitos,
le pedí que me hiciera un juicio moral
como lo hace.
–
Él dice
no has hecho,
no has hecho.
–
Madre,
tú y Dios
flotan con el mismo vientre
arriba.
[/ezcol_1half_end]
–
–
–
anne sexton
rezando en un boeing 707
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0 comentarios