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en el restaurante

 

El mozo echado a perder que no tiene que hacer más

que rascarse los dedos e inclinarse sobre mi hombro;

“En mi tierra hará tiempo lluvioso,

viento, mucho sol, y lluvia:

es lo que llaman el día de colada de los pobres.”

(Charlatán, baboso, de redondeada grupa,

te lo ruego, por favor, no me babees en la sopa.)

“Los sauces empapados, y brotes en las zarzas,

allí es donde se refugia uno en una tormenta.

Yo tenía siete años, ella era más pequeña.

Estaba toda mojada, yo le di prímulas.”

Las manchas de su chaleco alcanzan la cifra de treinta y ocho.

“Le hice cosquillas para hacerla reír.

Experimenté un instante de poder y de delirio.”

Pero entonces, viejo lúbrico, a esta edad…

“Señor, los hechos son duros.

Vino, a restregarse con nosotros, un gran perro;

yo tuve miedo, la dejé a medio camino.

Es lástima.”

Pero entonces ¡tú tienes tu buitre!

Va a desestercolarte las arrugas de la cara;

toma, mi tenedor, desengrásate el cráneo.

¿Con qué derecho pagas experiencias como yo?

Toma, aquí tienes diez sueldos, para la sala de baños.

Phlebas, el Fenicio, después de quince días de ahogado,

olvidaba los gritos de las gaviotas y el oleaje de Cornualles,

y los beneficios y las pérdidas, y el cargamento de estaño:

una corriente submarina se le llevó muy lejos,

volviendo a pasarle por las etapas de su vida anterior.

Figuraos entonces, fue una suerte dolorosa:

sin embargo, fue en su tiempo un buen mozo, alto de talla.

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dans le restaurant

 

Le garçon délabré qui n’a rien à faire

Que de se gratter les doigts et se pencher sur mon épaule:

“Dans mon pays il fera temps pluvieux,

Du vent, du grand soleil, et de la pluie;

C’est ce qu’on appelle le jour de lessive des gueux.”

(Bavard, baveux, à la croupe arrondie,

Je te prie, au moins, ne bave pas dans la soupe).

“Les saules trempés, et des bourgeons sur les ronces—

C’est là, dans une averse, qu’on s’abrite.

J’avais sept ans, elle était plus petite.

Elle était toute mouillée, je lui ai donné des primevères.”

Les taches de son gilet montent au chiffre de trente-huit.

“Je la chatouillais, pour la faire rire.

J’éprouvais un instant de puissance et de délire.”

Mais alors, vieux lubrique, à cet âge . . .

“Monsieur, le fait est dur.

Il est venu, nous peloter, un gros chien;

Moi j’avais peur, je l’ai quittée à mi-chemin.

C’est dommage.”

Mais alors, tu as ton vautour!

Va t’en te décrotter les rides du visage;

Tiens, ma fourchette, décrasse-toi le crâne.

De quel droit payes-tu des expériences comme moi?

Tiens, voilà dix sous, pour la salle-de-bains.

Phlébas, le Phénicien, pendant quinze jours noyé,

Oubliait les cris des mouettes et la houle de Cornouaille,

Et les profits et les pertes, et la cargaison d’étain:

Un courant de sous-mer l’emporta très loin,

Le repassant aux étapes de sa vie antérieure.

Figurez-vous donc, c’était un sort pénible;

Cependant, ce fut jadis un bel homme, de haute taille.

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thomas stearns eliot

en el restaurante

De Poemas, 1920. En francés en el original

 

 

 


 

 

 

 

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