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lucas, sus hipnofobias
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EN todo lo que toca al sueño Lucas se muestra muy prudente. Cuando el
doctor Feta proclama que para él no hay nada mejor que el apoliyo, Lucas
aprueba educadamente, y cuando la nena de su corazón se enrolla como
una oruguita y le dice que no sea malo y la deje dormir otro poco en vez de
empezar de nuevo la clase de geografía íntima, él suspira resignado y la
tapa después de darle un chirlito ahí donde a la nena más bien le gusta.
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Pasa que en el fondo Lucas desconfía del sueño llamado reparador porque a él no le repara gran cosa. En general antes de irse a la cama está
en forma, no le duele nada, respira como un puma, y si no fuera que tiene sueño (ésa es la contra) se quedaría toda la noche escuchando discos o
leyendo poesía, que son dos grandes cosas para la noche. Al final se mete en el sobre, qué va a hacer si se le cierran los ojos con saña tenaz,
y duerme de una sentada hasta las ocho y media, hora en que misteriosamente tiende siempre a despertarse.
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Cuando rejunta las primeras ideas que difícilmente se abren paso entre
bostezos y gruñidos, Lucas suele descubrir que algo ha empezado a
dolede o a picarle, a veces es un diluvio de estornudos, un hipo de pótamo
o una tos de granada lacrimógena. En el mejor de los casos está
cansadísimo y la idea de cepillarse los dientes le parece más agobiante que
una tesis sobre Amado Nervo. Poco a poco se ha ido dando cuenta de que el
sueño es algo que fatiga horriblemente, y el día en que un hombre sabio le
dijo que el organismo pierde muchas de sus defensas en aras de Morfeo,
nuestro Lucas bramó de entusiasmo porque la biología le estaba
refrendando la cenestesia, si cabe la perífrasis.
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En esto por lo menos Lucas es serio. Tiene miedo de dormir porque tiene miedo de lo que va a encontrar al despertarse, y cada vez que se
acuesta es como si estuviera en un andén despidiéndose a sí mismo. El nuevo encuentro matinal tiene la ominosa calidad de casi todos los
reencuentros: Lucas 1 descubre que Lucas 2 respira mal, al sonarse siente un dolor terrible en la nariz y el espejo le revela la irrupción nocturna
de un tremendo grano. Hay que convencerse: estaba tan bien la noche antes y ahora, aprovechando esa especie de renuncia de ocho horas,
su toma de aire aparece coronada por este glorufo que le hace ver el sol e l’altre stelle porque como tiene que sonarse a cada momento because
el resfrío matinal, qué te cuento lo que duele.
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Las anginas, la gripe, las maléficas jaquecas, el estreñimiento, la
diarrea, los eczemas, se anuncian con el canto del gallo, animal de mierda,
y ya es tarde para pararles el carro, el sueño ha sido una vez más su fábrica
y su cómplice, ahora empieza el día, o sea las aspirinas y el bismuto y los
antihistamínicos. Casi dan ganas de irse a dormir de nuevo puesto que ya
muchos poetas decretaron que en el sueño espera el olvido, pero Lucas
sabe que Hipnos es el hermano de Tánatos y entonces se prepara un café
renegrido y un buen par de huevos fritos rociados con estornudos y
puteadas, pensando que otro poeta dijo que la vida es una cebolla y que hay
que pelarla llorando.
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cortázar
papeles inesperados
de Un tal lucas
lucas, sus hipnofobias
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