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[Poema 6 de «Starting from Paumanok», perteneciente
a Inscriptions, de Walt Whitman]
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The soul,
Forever and forever —longer than soil is brown and solid— longer than water ebbs and flows.
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I will make the poems of materials, for I think they are to be the most spiritual poems,
And I will make the poems of my body and of mortality,
For I think I shall then supply myself with the poems of my soul and of immortality.
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I will make a song for these States that no one State may under any circumstances be subjected to another State,
And I will make a song that there shall be comity by day and by night between all the States, and between any two of them,
And I will make a song for the ears of the President, full of weapons with menacing points,
And behind the weapons countless dissatisfied faces;
And a song make I of the One form’d out of all,
The fang’d and glittering One whose head is over all,
Resolute warlike One including and over all,
(However high the head of any else that head is over all.)
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I will acknowledge contemporary lands,
I will trail the whole geography of the globe and salute courteously every city large and small,
And employments! I will put in my poems that with you is heroism upong land and sea,
And I will report all heroism from an American point of view.
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I will sing the song of companionship,
I will show what alone must finally compact these,
I believe these are to found their own ideal of manly love, indicating it in me,
I will therefore let flame from me the burning fires that were threatening to consume me,
I will lift what has too long kept down those smouldering fires,
I will give them complete abandonment,
I will write the evangel-poem of comrades and of love,
For who but I should understand love with all its sorrow and joy?
And who but I should be the poet of comrades?
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El alma,
siempre, siempre, más duradera que la tierra sólida y oscura, más que el flujo y el reflujo de las aguas.
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Compondré los poemas con materia, porque así serán —creo— insuperablemente espirituales,
y los compondré con mi cuerpo y mi mortalidad,
porque solo así podré abastecerme —creo— de los poemas de mi alma y mi inmortalidad.
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Compondré un canto para estos Estados por el cual ningún Estado, bajo ninguna circunstancia, sea sojuzgado por otro,
y compondré un canto por el que haya concordia de día y de noche entre los Estados, y entre dos cualesquiera de ellos,
y compondré un canto para los oídos del Presidente, saturados de armas que apuntan amenazadoramente,
tras las cuales asoma una multitud de rostros insatisfechos;
y un canto compongo del Uno formado por todos,
el Uno resplandeciente, dotado de colmillos, cuya cabeza excede a la de todos,
el resuelto y belicoso Uno que los incluye a todos y los supera a todos
(por muy arriba que llegue cualquier otra cabeza, la suya predomina sobre todas).
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Reconoceré a las naciones contemporáneas.
Recorreré la geografía entera del globo y saludaré cortésmente a todas las ciudades, grandes o pequeñas,
¡y a todos los trabajos! Pondré en mis poemas que lleváis el heroísmo a la tierra y el mar,
y daré cuenta de todo heroísmo desde un punto de vista americano.
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Entonaré la canción del compañerismo
y revelaré lo único que, a la postre, ha de unirlos a todos:
establecerán —creo— su propio ideal de amor viril, señalándolo en mí.
Que se propaguen, pues, los fuegos devastadores que amenazaban con consumirme:
apartaré cuanto haya ahogado, durante tanto tiempo, a esas llamas latentes,
y las abandonaré a su suerte.
Escribiré el poema-evangelio de los camaradas y el amor,
porque ¿quién sino yo puede entender el amor en su plenitud de pesares y alegrías?
¿Y quién sino yo puede ser el poeta de los camaradas?
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EDUARDO MOGA
elcuaderno
EL TALLER DEL TRADUCTOR
Nº 39 / Diciembre del 2012 /1ª quincena
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