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une nuit que j’étais près d’une affreuse juive
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Une nuit que j’étais près d’une affreuse Juive,
Comme au long d’un cadavre un cadavre étendu,
Je me pris à songer près de ce corps vendu
À la triste beauté dont mon désir se prive.
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Je me représentai sa majesté native,
Son regard de vigueur et de grâces armé,
Ses cheveux qui lui font un casque parfumé,
Et dont le souvenir pour l’amour me ravive.
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Car j’eusse avec ferveur baisé ton noble corps,
Et depuis tes pieds frais jusqu’à tes noires tresses
Déroulé le trésor des profondes caresses,
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Si, quelque soir, d’un pleur obtenu sans effort
Tu pouvais seulement, ô reine des cruelles!
Obscurcir la splendeur de tes froides prunelles.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]una noche que estaba junto a una horrible judía
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Una noche que estaba junto a una horrible judía,
Como a la vera de un cadáver, un cadáver tendido,
Me dediqué a pensar, cerca de aquel cuerpo vendido,
En la triste belleza de la que mi deseo se priva.
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Me representé su majestad nativa,
Su mirada de vigor y de gracias armada,
Sus cabellos que le forman un casco perfumado,
Y cuyo recuerdo para el amor me reanima.
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Porque yo hubiera con fervor besado tu noble cuerpo,
Y desde tus pies frescos hasta tus negras trenzas
Desplegado el tesoro de las profundas caricias,
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Si, cualquier noche, con lágrimas derramadas sin esfuerzo.,
Pudieras solamente, ¡oh reina de crueldad!
Oscurecer el esplendor de tus frías pupilas.
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una noche en que estaba con una horrible judía
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Una noche en que estaba con una horrible judía,
como junto a un cadáver tendido otro cadáver,
me puse a meditar ante el cuerpo vendido
en la triste belleza a la que renuncia mi deseo.
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Yo traía a mi mente su majestad indígena,
su mirar con las armas del vigor y la gracia,
sus cabellos en forma de casco perfumado,
cuyo recuerdo excita mi deseo.
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Pues hubiera besado con fervor tu noble cuerpo,
y desde tus pies tiernos hasta tus negras trenzas
habría desplegado el tesoro de las profundas caricias,
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si una noche, en un llanto logrado sin esfuerzo,
pudieras tan siquiera, ¡oh reina de las crueles!,
oscurecer el esplendor de tus frías pupilas.
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versión de pedro provencio
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