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Lugete, o Veneres Cupidinesque, et quantum est hominum venustiorum! Passer mortuus est meae puellae, passer, deliciae meae puellae, quem plus illa oculis suis amabat. Nam mellitus erat, suamque norat ipsam tam bene quam puella matrem, nec sese a gremio illius movebat, sed circumsiliens modo huc modo illuc |
ad solam dominam usque pipiabat. qui nunc it per iter tenebricosum illud, unde negant redire quemquam. At vobis male sit, malae tenebrae Orci, quae omnia bella devoratis! Nam bellum mihi passerem abstulistis. O factum male, o miselle passer! tua nunc opera meae puellae flendo turgiduli rubent ocelli! |
III
¡Llorad, oh Venus y Cupidos y cuanto hay de hombres refinados! El gorrión
de mi niña ha muerto; el gorrión, capricho de mi niña, a quien ella más que a sus ojos
quería; pues era dulce como la miel y la conocía tan bien como una niña a su madre, y
no se movía de su regazo, sino que, saltando alrededor unas veces por aquí, otras por
allá, piaba sin parar a sola su dueña; y que ahora va por un camino tenebroso hacia allí
de donde dicen que no vuelve nadie.
¡Malhaya a vosotras, malvadas tinieblas del Orco, que devoráis todas las cosas
bellas!: tan hermoso gorrión me habéis arrebatado. ¡Oh desgracia! ¡Pobrecillo gorrión!
Ahora, por tu culpa, los ojitos de mi niña, hinchaditos, enrojecen de llanto.
cayo valerio catulo
catulli carmina
carmen III
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