cesare pavese

 

 

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poggio reale

 

 

 

 

Una breve ventana en el cielo tranquilo

calma el corazón; alguno ha muerto contento.

Afuera están las plantas y las nubes, la tierra

y también el cielo. Llega aquí arriba el murmullo:

los sonidos de toda la vida.

La ventana vacía

no revela que, bajo las plantas, hay colinas

y que un río serpentea, lejos, desnudo.

El agua es límpida como el soplo del viento,

pero nadie se da cuenta.

Aparece una nube

sólida y blanca, que se demora en el cuadrado del cielo.

Vislumbra casas azoradas y colinas, cada cosa

que el aire transparenta, ve pájaros perdidos

deslizarse en al aire. Viandantes tranquilos

van a lo largo de río y nadie se percata

de la pequeña nube.

Ahora está vacío el azul

en la breve ventana: se desploma el chillido

de un pájaro, que rompe el rumor. Aquella nube

quizá toca las plantas o desciende hacia el río.

El hombre tendido en el prado debería sentirla

en la respiración de la hierba. Pero no mueve la vista,

solo la hierba se mueve. Debe de estar muerto.

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poggio reale

 

 

 

Una breve finesta nel cielo tranquillo

calma il cuore; qualcuno c’è morto contento.

Fuori, sono le piante e le nubi, la terra

e anche il cielo. Ne giunge quassù il mormorio:

i clamori de tutta la vita.

La vuota finestra

non rivela che, sotto le piante, ci sono colline

e che un fiume serpeggia lontano, scoperto.

L’acqua è limpida come il respiro del vento,

ma nessuno ci bada.

Compare una nube

soda e bianca, che indugia, nel quadrato del cielo.

Scorge case stupite e colline, ogni cosa

che traspare nell’aria, vede uchelli smarritti

scivolare nell’aria. Viandanti tranquilli

vanno lungo quel fiume e nessuno s’accorge

della picola nube.

Ora è vuoto l’azzurro

nella breve finestra: vi piomba lo strido

de un ucello, che spezza il brusio. Quella nube

forse tocca le piante o discende nel fiume.

L’uomo steso nel prato dovrebbe sentirla

nel respiro dell’erba. Ma non muove lo sguardo,

l’erba sola si muove. Dev’essere morto.

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Lavorare stanca (1936, 1943),

Poesie, Mondadori, Verona, 1969

Versión de Jorge Aulicino

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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