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gacela de la terrible
presencia
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Yo quiero que el agua se quede sin cauce.
Yo quiero que el viento se quede sin valles.
Quiero que la noche se quede sin ojos
y mi corazón sin la flor del oro.
Que los bueyes hablen con las grandes hojas
y que la lombriz se muera de sombra.
Que brillen los dientes de la calavera
y los amarillos inunden la seda.
Puedo ver el duelo de la noche herida
luchando enroscada con el mediodía.
Resisto un ocaso de verde veneno
y los arcos rotos donde sufre el tiempo.
Pero no me enseñes tu limpio desnudo
como un negro cactus abierto en los juncos.
Déjame en un ansia de oscuros planetas,
¡pero no me enseñes tu cintura fresca!
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Diván del Tamarit
1931-1934
•
Carlos Cano, a quien -literalmente- se lo rompió el corazón,
era de Granada, de manera que, aparte música y gacelas, su acento,
la manera precisa de recortar las palabras, era exactamente la de Lorca,
pero no la cualquier otro andaluz que no fuera o sea de granada.
Eso le da valor -para mí- a su canción, naturalmente.
Abrazo
Narciso