XII
Cantan las sirenas de la
noche y traen con su sal
un mensaje que el publicista
llamaría invitación a salir del
tedio. ¿Tediosa mi vida? Mi
vida es lo contrario de la
mía, las sirenas cantan y es el
momento de dedicarse a descifrar
besos aunque los besos ya van por
su cuenta en busca de un código, una
cerradura por la que se mira y hay otro
ojo. La confortable simetría que
combato con calcetines distintos forma
parte de un orden mayor, como cada
combate forma parte de otro, todavía
imperceptible pero tenso, el agua y la sal.
Todo se vuelve signo, alarma
ante el exceso de noúmeno, bandazo
hacia el remolino sensorial,
la víscera latente y a veces
manifiesta se limita hoy a sus funciones
más prosaicas. Resumen de eufemismos: el amor
es metáfora del sexo como Dios es metáfora
de dudas trascendentes y a veces también
físicas, recordemos si no cuando el sol
y la lluvia, qué equivalente a estimar
conciencia de su canto en las sirenas
que pese a mis meditaciones hermenéuticas
seguirán trabajando y saben oponer
algo estimable. Sueñas,
luego existen.
mariano peyrou
de La sal
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