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el éxtasis
Entramos y salimos ociosamente del vestíbulo
de una gran casa en la historia.
Había poco que ver al principio;
luego, cuando se nos acostumbró la vista a la
oscuridad,
logramos distinguir en un puente figuras
que nos hacían señas, como queriendo que nos
acercáramos.
Decidimos no hacerlo.
A ti aquel lugar te daba miedo.
A mí me parecía relajante, tonificante incluso.
Olía un poco a esa clase de almizcle
que es menos que un aviso y más que una confirmación.
Los muebles estaban todos cortados por el
mismo patrón,
desdichadamente; el aire se acercaba.
Era mi respiración como solía fingirla.
Al bajar por la cuesta al día siguiente
no había nada en los brillantes y horribles anales
que nos dejaste ver
solo hasta el margen, y nada más.
Quiero irme ya.
He viajado por este país
más de lo que debería viajar o ha viajado nadie.
Es natural desear un poco de dulzura
junto con el hambre, no guardar nada
para el crudo invierno, cuando se desanudan
amistades
como esos pañuelos que se tiñen atados, y es la
veleta un compañero,
solo que no la puedes ver cuando apunta hacia
atrás.
Nos marchamos temprano para ir a la recepción,
aunque vahídos y sorbetes no parecían ya
viables,
y había un impuesto oculto en todo esto.
Aun así nos quedamos, más y más tiempo. Llegó
el baile a su fin;
luego empezó otra vez; ni voz ni voto tenía uno
en el asunto.
Por la mañana hizo calor, y punto. Salí con
algún pretexto
y me quedé veinte años.
Cuando volví me preguntaste si me había
olvidado algo,
y respondí que no, solo la leche. Lo cual era
verdad.
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the ecstasy
We wandered in and out of the lobby
of a large house in history.
There was little to see at first,
then our eyes growing accustomed to the darkness
we could make out figures on a bridge
who waved to us, seeming to want us to come
nearer.
We decided not to do that.
You thought the place was scary.
I found it relaxing, invigorating even.
There was a smell of that kind of musk
that is less than a warning, more than a
confirmation.
The furniture was all of a piece,
alas; the air moved nearer.
It was my breathing as I had often feigned it.
Going down the slope the next day
there was nothing in the brilliant, awful annals
that let us see
just to the margin, and no further.
I want out now.
I have traveled in this country
longer than anyone should, or has.
It’s natural to want a little sweetness
along with one’s hunger, to put nothing aside
for the blistery winter when friendships come unknotted
like tie-dyed scarves, and the weathervane’s a
mate,
only you can’t see it pointing backwards.
We left early for the reception,
though swooning and sherbets no longer seemed
viable,
and there was a hidden tax in all this.
Yet we stayed, longer and longer. The dancing
came to an end,
then started up again, one had no say in the
matter.
In the morning it was warm, period. I went out on
some pretext
and stayed for twenty years.
When I returned you asked if I had forgotten
anything,
and I answered no, only the milk. Which was the
truth.
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john ashbery
un país mundano
versión de daniel aguirre oteiza
Lumen
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